
¿Funciona la Policía?
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Desde que tengo uso de razón escucho las mismas excusas, pretextos y cuestionamientos acerca de la Policía, su metodología y poco diáfano manejo interno de su institución. No es nada nuevo. Las mismas esperanzas son cifradas cada vez que hay un cambio de jefe de Policía que no significa en lo absoluto que el asunto mejore.
En la actualidad tenemos un cuerpo policial que deja mucho que desear. Ya les dije, nada nuevo. Salvo que en teoría desde hace un tiempo se trabaja la deseada y cantaleteada «reforma policial» y bajo esa premisa ocurren ciertos cambios preponderantes. También a medida que los años pasan la delincuencia, asesinatos, atracos en calles y avenidas se ha ido recrudeciendo y la sociedad harta de lo mismo día y noche, exige a esa policía que «resuelva» al precio que sea para disminuir y controlar la alta tasa delincuencial que tenemos en el país.
De inmediato y no es tampoco nada nuevo, se multiplican como hongos los intercambios de disparos en barrios periféricos donde la mayoría vive del tráfico de estupefaciente y de delinquir por diferentes vías. La policía responde como debe y también eso altera a ciertas voces en la sociedad, y entonces ¿Qué es lo que quieren?
Quiero hacer un ejercicio retrospectivo: recuerdo que en el año 2016, el propio ex ministro de Interior y Policía, Monchy Fadul, catalogó en su momento de pura «percepción» la queja de la población con relación a la delincuencia que vivimos en el país y un largo prontuario de criminalidad que no han cesado. Una descontrolada delincuencia que comenzó a sentirse más cada día a partir del año 1999. Esa delincuencia hasta hoy tiene un camino de ascenso y es verdad, la policía no da abasto con tantos casos cada día y algo se debe hacer de la manera que sea para disminuir un poco tanta barbarie.
Otro hecho importante del 2016 fue que el ex jefe de la Policía Nacional en ese momento, Nelson Peguero, se despachó con descaro cuando dijo que «no sabía nada del paradero» de RD$1,000 millones y que desconocía qué función prestan 2,300 agentes de 38,000 que tiene en nómina la institución. Como quien no quiso el asunto o se hace el «sueco», él desconoció lo que ocurría internamente en la institución del «orden» que él mismo manejaba. Un completo desorden. En otro país o lugar donde se respeten y haya conciencia en los funcionarios públicos, al minuto de dar semejantes declaraciones la renuncia hubiese sido un hecho.
Citó solo dos ejemplos de hechos pasados que llamaron poderosamente la atención y que ninguno de esos dos turpenes resolvió nada. Se sentaron ahí a cobrar y otras cosas mientras ya la delincuencia nos comía vivos y el deterioro interno, la falta de orden, la falta de garantías y transparencia que debe primar en la Policía hace años era un descalabro total. A veces es importante refrescar la memoria. Si hicieron los graciosos y es verdad, aquellos $1.000 millones nunca aparecieron. Recursos económicos que hubiesen servido para ejecutar y tener más presupuesto en esa autoridad del orden.
El gobierno actual tiene el empeño de mejorar las condiciones laborales de los policías y hacer de esa policía un órgano del orden que devuelva la confianza a la sociedad. Es una tarea ardua. Recientemente, a policías y rasos se les aumentó el sueldo, pero aún falta mucho trabajo de campo, más mejorías de condiciones laborales, evaluaciones de capacidades y capacitación para esos aspirantes a ser policías, etc…. Un trabajo de décadas y como bien dijo el técnico experto en estos temas, Pepe Vila: «La policía es corrupta» de abajo hacia arriba. Nada nuevo. Tanto así, que desde hace décadas se trataba el tema de la «reforma policial» y a ninguno de los pasados ex jefes de policía les interesó nunca el tema. La reforma dormía el sueño eterno hasta hoy.