
Policía: corrupción
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La verdad pica, duele. Son pocos los que quieren o aceptan escuchar la realidad sobre un caso o cuestión. La verdad por la que tanto se discute no suele ser agradable para muchos. Por eso, el comisionado ejecutivo para la reforma policial, José Pepe Vila del Castillo, calificó recientemente los niveles de corrupción en la Policía Nacional, como «elefante blanco».
Que Vila del Castillo haya dicho eso y usado la palabra corrupción para calificar el manejo interno y externo de la Policía Nacional no debe sorprender. No es nada nuevo. No es noticia, es solo reafirmación. Es una situación enquistada que ya todos en esta media isla conocemos desde hace mucho tiempo. Largas décadas de corrupción. O quizás, nunca ha dejado de ser corrupta desde sus inicios.
Añadió el especialista: «Lo digo así de claro, histórica, sistemática (la corrupción). Llevada de un director a otro, impulsada desde la cabeza y obligando al último raso a pertenecer y a todos aquellos que no pertenecían al sistema, fueron apartados, fueron perseguidos o fueron metidos en despachos pequeños en donde yo me los he encontrado». Por ende, Vila del Castillo definió el eterno asunto de la reforma policial como una lucha «contra la lacra de la corrupción». Dividida en tres: corrupción interna, institucional y sistémica.
Luego de esas oportunas declaraciones y que simplemente sirven para refrescar la memoria de los «olvidadizos» de este país, varios ex jefes de la Policía pegaron el grito al cielo en contra de tan atinadas afirmaciones, negando por activa y pasiva esa corrupción. De hecho, algunos retaron al señor Vila del Castillo vía redes sociales para que muestre pruebas de su afirmación y de como un extranjero viene al país a decirnos eso. Una afrenta según algunos de ellos.
El asunto es que lo dicho por Vila del Castillo cayó como un balde de agua fría para esos ex jefes de la Policía que hoy se rasgan las vestiduras y que en su momento cuando les tocó dirigir esa institución en vez de incidir en resolver esa conocida corrupción sistemática e interna, la fomentaron. O sencillamente, estaban ocupados en otros asuntos de mayor importancia para ellos.
Tampoco y huelga decir, ningún ex presidente de los que han pasado por el Palacio Nacional ha exigido un cambio, un saneamiento en esa importante y vital institución del Estado. Tanto así que solo se limitan a nombrar o quitar jefes y miran hacia otro lado frente a los desmanes de la institución. Un eslabón del Estado que tiene como objetivo diario la preservación de la seguridad nacional en las calles y donde quiera que haya ciudadanos. Y no siempre cumplen con ese cometido. Actualmente con una delincuencia en alza, muertos por intercambios de disparos, desapariciones, accidentes, asesinatos, entre otras situaciones terribles, pues debemos reconocer que la Policía no da abasto, son tantos frentes como situaciones internas que enfrentan cada día, sumado a la pérdida de credibilidad y confianza de la ciudadanía. Pero por encima de todo eso, continúa siendo una institución carente de muchos factores.
En ese sentido, se cacareaba desde hace años la eterna y solicitada «reforma policial» que dormía en el Congreso Nacional porque a ningún legislador le interesaba y menos a los que mandaban anteriormente en la institución. Hoy, se trabaja desde hace unos meses en esa «reforma» a ver si algún día puede ser una realidad y los resultados apreciados por todos. Falta mucho trabajo por hacer, mucha psicología interna en cada miembro de la institución y recursos económicos para invertir en una institución donde hasta ayer un simple raso ganaba solo RD$10.000 míseros pesos. Mientras y para evitar caer en generalizaciones, pocos son los militares, ex jefes de Policía, generales que pueden justificar su fortuna.
Vila del Castillo dijo una verdad. La sociedad espera con ansias esa prometida reforma policial para el bienestar de todos y la recuperación de la confianza por parte de la sociedad.