¿Cómo lo dijo Abel Martínez?
Comparte Este Artículo
Ya oficialmente el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) proclamó este domingo a Abel Martínez como su candidato para la boleta presidencial en las próximas elecciones.
Sin ánimos de debatir el qué expresó, sus palabras tuvieron fuerza y muchos sintieron esperanza. Ahora bien, observemos algunos comportamientos no verbales que develan cómo lo dijo.
Es necesario iniciar por la paralingüística, que tiene que ver con la voz (tono, velocidad, volumen, etc.), ya que Martínez se ha percibido a veces como una persona exaltada, en permanente pleito, lo que quizás corresponde a quien desempeña un rol opositor, pero fuera de esto, la entonación frecuente que adopta en actividades proselitistas lo asocia con disgusto, reclamo y confrontación. En el evento del domingo no fue así. La mayor parte del tiempo estuvo comedido, ecuánime y con considerable autocontrol.
Sus inflexiones, atinadas subidas en el volumen y pausas estratégicas imprimieron a su alocución serenidad o energía, según fuera necesario. Él tenía claro cuáles frases acentuar y dónde mostrarse con la vivacidad que le caracterizan.
Por otro lado, se desplazó con firmeza en el escenario, nada de saltitos ni movimientos bruscos. Las pantallas que sirvieron para el teleprónter le permitían el adecuado rejuego de contacto visual con el público, sobre todo en los momentos en los que no leía y daba paso a la espontaneidad.
Sus manos libres, como era mandatorio, mostraron sus brazos y manos en acción, apoyando lo verbal. Por supuesto, fueron visibles sus gestos inconfundibles como las palmas encaradas y el índice señalando. Un gran momento, respecto a la no verbalidad, fue cuando dijo «soy Abel Martínez y tienen mi palabra», autoseñalándose y directo al corazón. Mucho le aportó ahí el tono de voz. Es impactante esa imagen.
La mano también en el corazón se le vio cuando agradeció a Danilo Medina sus ocho años de gobierno. Lo quiso manifestar con sinceridad y evocando emociones.
De su sonrisa, cabe destacar las ocasiones en que lució tímida; no era la típica «de oreja a oreja», incluso ya en la frase final de sus palabras centrales. Hizo falta un cierre sonriente, mandando un mensaje de total felicidad. Y, en ese instante, remató su mirada al piso, que pudiera asociarse con cierta timidez.
Si nos vamos a la vestimenta, ya sabemos que por tradición los políticos han preferido usar traje formal (incluyendo corbata) durante eventos y disertaciones más importantes, buscando ser asociados con seriedad, respeto y hasta poder, incluso. No obstante, en los últimos años, ellos han preferido desafiar esa práctica. Para esta ocasión, el candidato peledeísta escogió presentarse más relajado, decisión acertada ya que se le ve más accesible y conectado con los públicos. El juego de colores fue inmejorable. Se le percibió cómodo.
Mirando la háptica, que es el comportamiento táctil, los abrazos a sus compañeros, amigos y simpatizantes imprimieron calidez y cercanía entre ellos. Asimismo, los cuidados que Martínez y su esposa se dispensaban; él sosteniendo su mano para bajar o subir escaleras y, como se vio luego, ella secándole el sudor. Incluyan ahí sus miradas de complicidad.
En general, al pasar balance a la escenificación del discurso del domingo, Abel Martínez pasó la prueba con buenas notas, y lo traigo a colación justo por la demanda de algunos de verlo desenvolver en un escenario así, no tanto por el espacio físico, sino por el contexto.