
Conectar con una sociedad harta de lo mismo, campaña tras campaña
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En política es fundamental persuadir, y ya no sólo a los propios adeptos para que continúen con la causa, o a los potenciales para que se usan, sino y aún más a la opinión pública y en menor grado a la misma competencia. Es sabido el papel fundamental que juegan los medios masivos de comunicación en la implantación de ideas y emociones en las audiencias (a las que llamaron algunos estudiosos «masa», por considerarlas grupos que aceptaban todo lo mediático como bueno y válido sin un mínimo de racionalidad).
Cada vez más las relaciones entre líderes y seguidores se caracterizan por la participación a todos los niveles de los medios masivos de comunicación. Usted sabe, como político, que lo que no difunde por los mismos simplemente no sucedió. También está consciente de que al tener de su lado al menos a los más importantes comunicadores, tendrá ventaja sobre su adversario. No significa salir a «comprar» a cuantos se pueda, sino crear una relación armoniosa, basada en la cooperación mutua, en la honestidad y en el respeto.
Vertebrar la opinión pública es un desafío. Influir positivamente en las personas, otro. Además de los tradicionales encuentros con la ciudadanía en comunidades, con sus respectivos recorridos calle por calle; de los mítines convertidos en competencias de quién le pague a más gente para que asista (el bulto para las tomas fotográficas cuenta); de las entrevistas en variados programas televisados y de los carteles con foto, nombre, partido y eslogan, de las constantes publicaciones en redes sociales, el político de hoy necesita conectar con una sociedad harta de lo mismo, campaña tras campaña.
¿Cómo lograrlo? A seguidas, les compartimos algunas pautas:
–Intente ser coherente. El discurso no es sólo lo que se habla y escribe sino también cómo se actúa. Si va a un barrio pobre a promoverse, no se presente con ajuares caros y porte de gran señor/a. El ciudadano, si bien desea verle adecuado para el puesto al que aspira, quiere también ver a una persona capaz de entender sus vivencias, con la posibilidad de calzar el mismo zapato que él en algún momento.
–Cuide su comunicación no verbal. Si va a abrazar a niños o ancianos de aspectos descuidados, procure que su cara asimismo les «abrace». No es dar la mano por darla; es hacerle sentir al otro que usted está ahí, cerca, que puede contar con su respaldo. Y eso se dice con la mirada, con la forma de caminar, con los tonos al hablar y con las expresiones gestuales y faciales.
–Exprésese llanamente, sin obviar la demostración de conocimientos y dominios de los temas de interés. Al campesino, tradúzcale sus argumentos hablándole de siembras, cosechas, frutos, nacimiento de becerros, ordeño de la vaca y cuernos de los toros. Al intelectual, diríjase con cifras, estudios, comparaciones, ejemplos, teorías e ideologías.
–Tenga claras sus ideas claves e intente fijarlas en la mente de los posibles electores. Escoja las principales y luego repítalas con seguridad y precisión casi hasta la saciedad. Dos de los elementos esenciales de la propaganda es la orquestación y saturación.
–Cuide su entorno. Todo lo que usted toca, usa, prefiere, habla, señala, apoya, difiere, asume y comparte expresa sus características. Y hoy día, que vivimos una personalización de la política, es requisito primordial separar de su campaña cualquier elemento o individuo que pueda restarle mérito y credibilidad a su discurso. Ya puede ser el tabaco, la violencia intrafamiliar, una enemistad peligrosa o un familiar conflictivo o con problemas con la ley.
Siguiendo estas breves pautas, seguro que conseguirá encaminar por mejores derroteros su comunicación política y estrechar lazos mediáticos. Son muchas las aristas. Estas son básicas. Empiece por ahí y luego asesórese para continuar. No es tarea de un día ni de una persona; necesitará un equipo de apoyo y una entera disposición a hacer campaña electoral diferente, para llegar a aquellos incrédulos de la política y desesperanzados del sistema.
Crédito de la imagen: Diego PH/Unsplash.com