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En algunos primeros encuentros, el objetivo y la forma en que uno quiere ser percibido puede ser una sola cosa. Por ejemplo, si se desea entrar a la vida política, al hablar frente a grupos de votantes potenciales, lo esperado será que la audiencia se sienta positiva respecto a usted y le otorgue su voto. Como se puede ver, lo que realmente se quiere (ser elegido) y el modo en que desea ser percibido (gustarle a los demás) están íntimamente relacionados.
Es importante, entonces, comunicar esas características que son válidas y atractivas, para que sean rápida e inequívocamente percibidas y entendidas por los receptores. Seleccionar de manera anticipada las impresiones que se desean dar es vital. En ese orden, el desarrollo de un plan preliminar sería un gran primer paso.
Las estrategias de presentación eficaz no son difíciles de identificar. Se trata de utilizar formas no verbales de comunicación como: aspectos físicos y pertenencias (incluyendo la ropa, por supuesto), ademanes, gestos, posturas y conductas, unidas a mensajes verbales con contenido específico, transmitido con un estilo particular y un vocabulario determinado. El problema es que la mejor combinación puede ser difícil de definir.
Nunca se puede estar seguros sobre qué va a escoger la gente como rasgos sobresalientes. En un cierto contexto, con la misma presentación podemos causar una percepción selectiva negativa y en otro una buena impresión. Evidentemente, por ejemplo, la vestimenta tiene un papel importante en la formación de juicios y puede afectar la habilidad individual para conseguir un buen trabajo.
El vestido de alguien que aspira a un empleo puede ser un indicador de status, poder y habilidad, e influirá mucho en el resultado de la entrevista. Entonces, ¿qué estrategias utilizar para que las características personales sean percibidas en forma deseada? Quizá la mejor idea es echarle manos al sentido común.
Empero, sí hay unas recomendaciones que tomar en cuenta, entre ellas esta general: no hable, diga o transmita de otra manera, sea verbal o no, cualquier cosa que sea percibida y usada para formar una personalidad negativa de usted por parte de quienes acaban de conocerle.
Aunque una sola lista no puede usarse como un plan para todas las personas en todas las situaciones, es posible utilizar ciertos principios para preseleccionar la impresión que usted quiere crear en un primer encuentro:
Evalúe cuidadosamente a las personas ante quienes está haciendo una presentación personal. ¿Quiénes son? ¿Cuáles criterios podrían utilizar al juzgarle?
2- Haga una valoración cuidadosa del espacio físico. ¿En dónde se realizará el encuentro? ¿Cuáles factores del entorno serían importantes en su presentación?
3- Sobre todo, no intente hacer una presentación falsa de sí mismo. La gente puede detectar pronto una mentira. El descubrimiento de una falsedad, incluso menor, se convertirá en una característica sobresaliente negativa.
4- Utilice todos los canales de comunicación abiertos para hacer llegar sus cualidades positivas, es decir, mensajes verbales y no verbales que comuniquen sus características sobresalientes y diferenciadoras.
5- Mire atentamente para detectar mensajes sutiles. Utilícelos para cambiar la estrategia, si es necesario, o para darle continuidad a las que parecen ser exitosas.
Ayuda mucho ser muy reflexivo en la planeación del encuentro, definiendo particularidades que decide presentar, y claro, las estrategias que planea usar.
Su presentación debe ser comunicada honestamente, mientras se concentra en desviar lo que pueda resultar en evaluaciones negativas. La valoración cuidadosa de la gente, la situación, los canales disponibles de comunicación y la retroalimentación del encuentro serán más exitosos en una presentación propia planificada que en una estrategia que solo deje que las cosas surjan de forma natural y fortuita.
Siempre recuerde que ¡todo comunica! Así que preste atención incluso a los detalles que parecen ínfimos. El engranaje de forma y fondo se cuida en todo momento.
