Economía de guerras
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En más de cincuenta años no se había visto el panorama mundial arder de la manera en que se encuentra hoy con tantos frentes bélicos abiertos: Ucrania y Rusia, por un lado, y en el otro lado, Oriente Medio y sus repercusiones en países limítrofes donde la violencia local tampoco cesa, mientras la economía en estos puntos del globo se complica con ramificaciones por todos lados. Todo esto ocurre cuando usted accede a la lectura de este artículo y los factores económicos debido a todos estos acontecimientos provocan consecuencias de manera imparable.
En un reciente artículo del periodista Xavier Mas de Xaxàs, en la sección El Dinero del periódico La Vanguardia, cita lo siguiente: «Las economías de Egipto, Jordania y Líbano se ahogan bajo los escombros de Gaza y no podrán sobrevivir sin ayuda exterior. El FMI y las monarquías del Golfo entienden el riesgo que corre todo Oriente Medio si se hunden. Los créditos fluyen hacia Amán y El Cairo, pero no hacia Beirut. Líbano parece más allá de todo rescate posible. Es el eslabón más débil de la cadena que ha de sostener el equilibrio en la región y nadie parece capaz de ayudarle». En tanto, «el mes pasado el FMI pactó un crédito de 1,200 millones de dólares con Jordania y está a punto de cerrar otro de 10,000 millones con Egipto. Las ayudas van condicionadas a los habituales ajustes financieros, es decir, austeridad, devaluación de la moneda y la liberalización: menos subvenciones públicas y más oportunidades al sector privado».
Los números son alarmantes en esos países citados anteriormente, que viven, básicamente del turismo, las remesas y los servicios. El turismo, por ejemplo, supone el 24.6% de PIB de Líbano, el 14.6% de Jordania y el 12%de Egipto. El año pasado fue de récord, pero desde el 7 de octubre los vuelos a sus aeropuertos internacionales han caído en picado.
El problema de estos países no son solo turistas. La guerra de Ucrania encareció los cereales, y de rebote, el coste de los alimentos de ha disparado, como sucede en todo el mundo. En Egipto han subido un 70% y en Líbano, un 350%. Es un alza insostenible para la mayoría de la población, debido a la alta tasa de desempleo y salarios bajos.
Por ejemplo, según información contenidas en el artículo económico, el FMI pide a Egipto que devalúe la libra, que la deje fluctuar libremente. Cita que, con esa petición del organismo internacional, sería más competitiva, empezando por el turismo, pero los militares saldrían perjudicados. Ellos controlan el grueso de la economía. Sus empresas perderían mucho valor. Parece claro que harán todo lo que esté en su mano para incumplir las promesas de reforma. Sin embargo, el FMI, consciente que corre Oriente Próximo, tolera a Egipto lo que a ningún otro país.
Es importante resaltar que Egipto es el primer deudor del mundo y el segundo del FMI, detrás de Argentina. Debe unos US$100,000 millones de dólares. Es demasiado dinero para abandonarlo y así lo piensa el propio FMI y también las monarquías del Golfo, que apuntalan a la dictadura militar con petrodólares.
Por su parte Jordania, el más pro-palestino de los países árabes, también se beneficia de esos mismos petrodólares. Le ayudan a superar el lastre que supone el boicot a las marcas occidentales, muy común desde el 7 de octubre. McDonald’s y Starbucks, por ejemplo, lo sufren a diario.
La guerra en Gaza entra en su quinto mes y Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI, anticipa que si se alarga la guerra arrastrará a las economías de Oriente Próximo y más allá. Las cadenas de producción se resienten en Europa, aunque el sobrecoste del transporte marítimo por la amenaza hutí en el mar Rojo solo añadirá, de momento, un 0.1% a la inflación global, según Goldman Sachs. Además, de que está previsto que la energía baje este año y el próximo.