
Nadie sabe lo que tiene…
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Latinobarómetro, entidad sin fines de lucro radicada en Chile, nos trae una encuesta donde determinó que sólo el 36% de los dominicanos muestra satisfacción por la democracia, el mismo estudio también refleja que nuestro país se encuentra varios puntos por encima de la media de la región, que es de un 28%.
Ese 64% que desdice nuestro sistema, olvida que desde el año 1966 poseemos una de los regímenes más estables de América. Utilizamos como referencia el año 1966, pues nuestro Congreso Nacional no reformista proclamó al doctor Joaquín Balaguer como Padre de la Democracia, así que los turbulentos 12 años tenemos que considerarlos como estables.
La estabilidad democrática, política, social y económica que disfrutamos los dominicanos es envidiable en la región, es cierto que en algunas «cabecitas» anidan los deseos de caos e intriga, sin embargo, nuestra madurez nos ha hecho salir hacia delante en varios momentos críticos, principalmente electorales, en los cuales hemos vivido tiempos tensos, pero la razón ha primado y lo que pudo convertirse en tragedia, hoy, esos acontecimientos pertenecen a los recuerdos históricos. Las elecciones de los años 1990, 1994, 2012 y 2020 se pueden citar como grandes obstáculos superados que fortalecieron nuestra democracia.
No tenemos una democracia perfecta, de hecho, eso ni siquiera existe y aunque nos etiqueten en la conformista frase «mal de muchos, consuelo de tontos», estamos mejor que la mayoría.
Estados Unidos, 6 enero 2021, una turba de seguidores de Donald Trump realizó un asalto para intentar detener la certificación del triunfo electoral de Joe Biden.
Guatemala, 25 de junio 2023, se celebraron las elecciones generales donde Sandra Torres, quien obtuvo el primer lugar sólo alcanzó el 16% y Bernardo Arévalo el 11.8% de los votos. Los votos nulos, votos en blanco y abstención fueron de un 64%.
De Cuba, Venezuela y Nicaragua no hablaremos. Veamos Ecuador, en el presente año han sufrido atentados fatales un candidato presidencial, Agustín Villavicencio y tres alcaldes, más un diputado herido de gravedad. Sumado al narcotráfico infiltrado en los estamentos oficiales, motines carcelarios y criminalidad sin precedentes.
En el caso de Brasil que es hoy gobernado por Luiz Inácio Lula Da Silva, luego de pasar 580 días en la cárcel por actos de corrupción en la denominada Operación Lava Jato, para luego ser liberado por tecnicismos legales. Su compañera de partido, Dilma Rousseff, fue destituida por el senado en el año 2016 acusada de modificar ilegalmente cuentas antes de su reelección en 2014 para ocultar un déficit en el presupuesto y seguir financiando programas sociales. Dilma fue sustituida por el vicepresidente Michel Temer, quien terminó el mandato con más escándalos de corrupción que la anterior presidenta, al extremo que fue remitido a prisión meses más tarde de su salida del poder. Todos esos episodios facilitaron la llegada al poder del controversial Jair Bolsonaro, de triste recordación para el pueblo brasileño.
Perú, el período presidencial de esa nación es de 5 años y en el lapso de tiempo que le tocaría presidir a seis, debido a la precaria estabilidad política, han sido once los gobernantes. De esos once, 9 tienen investigaciones abiertas por actos de corrupción incluida la actual presidenta, Dina Boluarte. Dos se encuentran detenidos, Alberto Fujimori y Pedro Castillo, en tanto que Alejandro Toledo, Hollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski, Martín Vizcarra, Manuel Merino (presidente por seis días), Alan García (se suicidó antes de ser arrestado).
Podemos repasar la historia reciente de otros países hermanos, pero el espacio es corto, aunque a resumidas cuentas, República Dominicana, Costa Rica y Uruguay sacan las mejores notas en cuanto a estabilidad política y social.
El pueblo dominicano a lo largo de su historia, tal como dice Garzaro «ha alcanzado un alto grado de conciencia acerca de los problemas políticos que afectan a la colectividad, y que esto ha hecho que sus conocimientos, así como su participación en los asuntos públicos sean a base de buen juicio, de prudencia y de respeto y tolerancia hacia quienes no comparten sus ideas… mostrando su vocación democrática, madurez y civismo». En cada momento de la vida política, dice presente y dispuesto a poner la nación por encima de sus intereses particulares. ¿Y los políticos?