
«Las palomas vuelan donde hay pan»
Comparte Este Artículo
Volar donde hay pan no es un acto sólo de las palomas, más bien, todas las especies vivientes hacen lo mismo; una muestra lo son los datos preliminares del Censo Población y Familia que nos muestran el poco pan que se distribuye en algunas provincias, de ahí el exiguo número de habitantes. Un ejemplo lo constituyen Pedernales con 34,375 personas; Independencia 60,692; Elías Piña 64,615; Santiago Rodríguez 64,635 y San José de Ocoa con 69,081 demarcaciones que poseen menores demografías, tres de las cuales, registro tras registro dejan muestra las desigualdades, encabezadas por la deshonrosa lista de pobreza.
En los datos proporcionados por los censos realizados los años 1993, 2002 y 2010, Elías Piña acumuló la más alta tasa de pobreza general con 96.7%, 88.6% y 83.2%, respectivamente. Independencia alcanzó el quinto lugar en el inventario del año 1994 y cuarto lugar en los dos posteriores, por su parte, Pedernales de ocupar la posición número 17 para el 1994 pasó al segundo lugar en el 2010 con un 74.6% de nivel de pobreza.
Estos datos de la pobreza que viven y ocupan esas provincias provocan que los habitantes de esas comunidades emigren a las principales ciudades donde se mueven las mayores inversiones, buscando mejorar su situación social y económica. Reitero «las palomas vuelan donde hay pan».
Pero cuál ha sido la consecuencia de este traslado masivo de habitantes a otras latitudes con mayores oportunidades de crecimiento social y económico, las críticas al caos generado en el servicio del transporte, mayores contaminación, hacinamientos y sobre todo, exceso de ruido y las aglomeraciones en el gran Santo Domingo y Santiago alcanzando el 45% de la población residente en esos territorios, sin dudas, ese desconcierto responde a la práctica de concentrar la mayor parte de las inversiones y recursos en esos dos puntos, dejando de lado e ignoradas otras regiones de nuestra país.
El no atender otras zonas importantes del país se le puede achacar a la falta de voluntad política y la dejadez de nuestras autoridades, aspectos estos que–evidentemente- han incidido de manera decisiva para que no se hayan replicado modelos como La Romana, Puerto Plata y La Altagracia (Bávaro, Punta Cana) en otras geografías del país, con iguales o mejor relieve para el desarrollo del turismo.
Sin embargo, pese a la oscuridad que se vivieron por décadas estas comunidades que nunca fueron tomadas en cuenta por las distintas autoridades que administraron el Estado dominicano, hoy provoca Júbilo a medias los anuncios de grandes inversiones de parte del presente gobierno en zonas por siempre olvidadas, las próximas inauguraciones de la Presa de Monte Grande, en la zona limítrofe de Azua y Barahona, así como los proyectos de Pedernales que incluyen hoteles, aeropuerto y un puerto en Cabo Rojo. También en El Seibo, Hato Mayor y Montecristi, no obstante, el gozo a medias obedece a que la mayoría de esos anuncios y grandes proyectos son de carácter turístico, porque sin dejar de reconocer que esto dinamiza las economías de las regiones de ese sector, también es cierto que es importantísimo dar pasos a otros sectores como las zonas francas.
Incentivar en el desarrollo de esas provincias, revertiría el flujo de migraciones a las grandes ciudades y esos pueblos casi desiertos recobrarían la vida. Los datos del Censo del año 1970 confirman esa hipótesis, en el referido levantamiento el turismo era menos que una utopía en la cabeza de unos cuantos empresarios dominicanos, La Romana tenía una población de 58,341 habitantes, apenas 4,743 más que Elías Piña. En los datos de hoy, la diferencia es de 223,300 habitantes. Estas cifras reiteran la frase del cantante mexicano José José que dice «las palomas vuelen a donde hay pan».