Prepararse para la unidad
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EL CLIMA.– Como parte del vínculo siamés entre comunicación y política, las campañas electorales son fértiles para la invocación de narrativas y contra narrativas. En el tramo final, y por el interés que tiene cada parte de ganar o sacar el mejor provecho posible, estas pueden exacerbarse, caer en lo ilusorio o en la demagogia. Actualmente, en la región, República Dominicana constituye un ejemplo de estabilidad social, económica y democrático-política, aunque en el fragor de la justa electoral algunos actores esgriman otra cosa.
En todo gobierno habrá críticas y oportunidades de mejora, pero lo cierto es que, viéndolo sin pasiones desbordadas, el que preside Luis Abinader está pasando las materias con notas sobresalientes. A pocos días de las elecciones de febrero, y escasos meses para las de mayo, los que tienen acceso a informaciones saben que a nivel nacional no hay mucho espacio para sorpresas. Pocas demarcaciones tienen competencias reñidas, y todo luce indicar que el oficialismo saldría airoso en la gran mayoría de estas, al igual que en el nivel presidencial. Eso debe guiar al país a observar, como decía el doctor Peña Gómez, «más allá de la curva».
DISCURSOS.– Sería ilógico, antidemocrático y hasta egoísta pretender que la oposición no ejerza su papel. Sin embargo, en los últimos días se ha escuchado el cantar de unos sectores que a sus oídos sería música, pero a los del país ruido. No es cierto que el presidente Abinader se comporta como un gobernante autoritario, tirano o dictador. Los hechos están ahí. Ese tipo de mandatarios no escucha, no enmienda, no cede. Aplasta. Y Luis no lo hace. Ni verbal ni fácticamente. Relajar el término no es conveniente puesto que, si realmente un día viene un lobo, la gente estaría tan cansada del cuento que podría no creer.
Tampoco conviene minar la credibilidad de la Junta Central Electoral o de sus equipos, entidad que negó que estos hayan sido hackeados por miembros del Partido de la Liberación Dominicana. De igual forma, en las mediciones creíbles, el presidente cuenta con más de 60 por ciento de aprobación, lo que descarta que en la ciudadanía existan niveles importantes de descontento. No se debe correr el riesgo de que, en el legítimo uso de la libertad de expresión política, pueda existir la posibilidad de que la proyección internacional de la nación sea afectada, con discursos que reflejen realidades inexistentes…
UNIDAD.– En ese contexto, es plausible que el enfoque de la campaña, de parte y parte –y cada quien fungiendo el rol que le atañe– sea uno que, más que permita, viabilice la unidad de la familia dominicana una vez concluida la justa electoral, para continuar fortaleciendo la democracia y aportando soluciones a los retos nacionales e internacionales que el país afronta, sobre todo considerando lo que ocurre y puede ocurrir en Haití. República Dominicana se encuentra en medio de un proceso de reorganización de sus fuerzas políticas, y no está de más, más bien, impera, la necesidad de pensar en el presente de cara al futuro… a corto, mediano y largo plazo.
En los principales partidos del sistema hay liderazgos, tanto consolidados como emergentes, que están llamados a seguir ocupando, como a ocupar, lugares de relevancia. Es provechoso que, al unísono, se eleve el ambiente del debate y accionar político, y se resguarde de mayores desafecciones o desencuentros innecesarios. Es una responsabilidad de todos. Esto no termina en febrero o mayo, más bien está iniciando una nueva etapa, y debemos seguir avanzando. A propósito del recién pasado el Día de Juan Pablo Duarte, es algo en lo que se debe pensar…