
Los partidos en ascuas
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La clase política tiene en ascuas a los partidos. El liderazgo político maniobra quizás como nunca antes había tenía que hacerlo para impedir que sus súbditos no abandonen el corral. En este periodo preelectoral, cobra vigencia la táctica de lanzar el anzuelo en el turbulento mar con la esperanza de pescar –asegurar lo impredecible– un acuerdo que les garantice a cada quien la candidatura soñada. Un reto para aquellos que lideran la toma de decisiones, a sazón de cualquier disgusto, el temor se adueña de las almas en pena, porque el sistema de partidos está hoy más frágil que ayer.
«Todo aquel que se quiera ir, que se vaya», gritó desde su olimpo un dirigente de alto perfil de uno de los partidos más perjudicado con la renuncia constante de su militancia. La renuncia es el pan nuestro de cada día. El pan que con el mejor vino se sirve poco después cualquier otra organización, al otro lado del río. Es muy difícil predecir cómo se seguirá recomponiendo el tablero electoral. La convocatoria más próxima para volver a las urnas es febrero del 2024, elecciones municipales, y las variables que se debaten en los bunkers estratégicos son tan variopintas como impredecibles, tan inimaginables como alucinantes. Pero en política todo es posible. Es el arte de lo imposible.
Los analistas aseguran que vivimos tiempos inéditos. Rédito político y económico es casi lo mismo, y el agua en que hierve la real politik en los tres partidos principales del sistema no da señales que enfriará pronto. Todo lo contrario. El PRM, la Fuerza del Pueblo y el PLD transitan el mismo camino decididos a llegar punteros en la primera cita de la doble cartelera a la que asistirá el pueblo en menos de dos años. El político, el aspirante, el precandidato se sabe hoy muy cotizado en tiempos en que la demanda supera la oferta. Ley de mercado.
El liderazgo político despierta cada día con sobresalto: lee los diarios y repasa el trepidante e inquietante entorno de las redes sociales para saber si aún conserva en sus filas a los soldados con los que cuenta para desempeñar un papel digno en las urnas. Puede que desde la óptica de la ciudadanía poco importa dónde encontrarán domicilio el que ayer era morado y hoy es verde o viceversa; o el que era blanco o amaneció azul celeste, como el cielo que cobija el Palacio Nacional. Desde la óptica de quienes dirigen las tropas, la percepción importa, y mucho. Es muy probable que todo vaya definiéndose para reunir en el cuadrilátero a dos gladiadores que van mostrando fortalezas como hombres de Estado, uno con más experiencia con otra. Poco importará cómo se sigan reacomodando los que llegaron, los que se fueron y los que volvieron.