
Juramentaciones y encuestas como estrategia en zafra pre electoral
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El nivel de desarrollo de la democracia en nuestro país influye en cambios en el sistema de partidos, afectando la manera de hacer campaña de las diversas organizaciones que componen el espectro político, aún cuando subyacen la mayoría de viejas prácticas como el transfuguismo y la compra y venta de «franquicias» para el apoyo de proyectos electorales.
La calimocha Ley de Partidos no ha podido llenar su cometido, aunque hay que reconocer que poco a poco se han incorporado medidas de control al ejercicio partidario, como lo es la rendición de cuentas de sus gastos administrativos.
Desde la campaña electoral de 1994 a la fecha, los partidos políticos de nuestro país han pasado por un proceso de modernización en la manera de hacer campaña, en la que el marketing político ha ganado terreno como herramienta científica para desarrollar la labor de posicionamiento y afianzamiento de sus marcas y candidatos electorales.
Sin dudas que fue el Partido Revolucionario Dominicano y su líder José Francisco Peña Gómez el primer candidato dominicano que vio en el marketing político, la comunicación política y el plan de marketing una manera de hacer campaña con mayores posibilidades de éxito. Por eso no tuvo temor al empezar a «importar» asesores y consultores extranjeros, especialmente de Chile y España, relacionados a la Internacional Socialista, que introdujeron elementos novedosos a la campaña electoral.
Y esa experiencia de la campaña electoral perredeísta de 1994 fue emulada por un Partido de la Liberación Dominicana que ya había logrado una manera diferenciadora de ejercicio político, basada en el orden, la disciplina y la formación de su militancia, no solo a nivel político, sino como técnicos y expertos en comunicación política y estrategias de campaña.
Ya para 1996, PRD y PLD competían en el uso de las nuevas herramientas de campaña, y la contratación de expertos asesores internacionales, como João Santana, que asesoró por años a Danilo Medina.
Atrás han ido quedando los grandes mítines nacionales y la interminables caravanas. Ahora las concentraciones preferiblemente se hacen bajo techo y espacios controlados, y las caminatas y caravanas son más focalizadas.
La colocación de «cruzacalles» quedó en el pasado, y el uso de pintura de letreros en paredes de campos y ciudades, y la colocación de afiches impresos ha mermado paulatinamente, dando paso al predominio de las vallas publicitarias, digitales incluso, y la utilización del marketing digital y las redes sociales, y hasta la inteligencia artificial, para colocar sus mensajes clave y optimizar los recursos.
Encuestas y juramentaciones
Las encuestas devinieron en un recurso muy preciado para los partidos y los candidatos políticos. Y es que se usan no solo para conocer el comportamiento de los electores y los niveles de aceptación, sino como herramienta para combatir al contrario, sobre todo creando confusión con «los resultados favorables» y resaltando la debilidad real o supuesta del contrario.
El uso de estas herramientas ha proliferado tanto, que en la actualidad existen más de 60 empresas encuestadoras acreditadas en la Junta Central Electoral, al margen de muchas otras que no lo están, y al tiempo de la realización de encuestas informales en los medios tradicionales y las redes sociales.
En la medida que avanzan los días, hemos sido testigos de cómo se incremetan los «resultados» de encuestas que colocan al PRM, PLD y Fuerza del Pueblo con los mejores números, siempre de acuerdo al interés y al color del cristal con que se miren.
Y los contrastes son extremos. Por ejemplo, la encuesta RD Elige publica los resultados de su Estudio Nacional de Opinión Pública, realizado en este mes de julio, y en el que el presidente Luis Abinader obtiene un 67.1% de aprobación, y un 55% partidario de su continuidad en el poder, mientras que un 56% está de acuerdo con su reelección en el 2024.

En respuesta a estos datos publicados por RD Elige, Temístocles Montás, ha proclamado que las encuestas que maneja el Partido de la Liberación Dominicana revelan que el PLD es el partido con mayor aceptación, con un 37%, mientras el PRM tiene un 32%, y la Fuerza de Pueblo solo un 14%.
De su lado, Leonel Fernández asegura que «mientras el actual gobierno ha entrado en una fase de desgaste prematuro, la Fuerza del Pueblo es el único proyecto político en ascenso».
La llamada «guerra de las encuestas» ha entrado a escena, y en lo adelante tendremos que acostumbrarnos a ellas, eso sí, tomando con pinzas los resultados, intentando no sucumbir en el mar de informaciones manejadas convenientemente para beneficiar a uno y otro candidato.
Juramentaciones a granel
Después de la salida del poder de Danilo Medina y el PLD, y el apresamiento de varios familiares y colaboradores, implicados en casos de corrupción administrativa que actualmente se ventilan en la justicia, el expresidente entró en un ostracismo que se prolongó hasta mayo del presente año, cuando el Comité Político de esa organización anunció que Medina «arrancará a partir del próximo 22 de mayo con una serie de juramentaciones de nuevos miembros del PLD.
Su reaparición no fue en entrevista para un medio de comunicación ni en un discurso a la nación en la que externara su posición ante los proceso judiciales que involucran a parte de su gabinete. Lo hizo dando inicio a una serie de juramentaciones masivas. Porque era más importante responder con demostración de fuerza a la sangría de dirigentes que han migrado a la Fuerza del Pueblo.
Desde entonces, el líder morado no ha hecho otra cosa que asistir a juramentaciones por distintos costados de la geografía nacional, con la bien montada campaña «Sumando estrellas», que ha exhibido a miles de «nuevos simpatizantes».

Lo propio ha estado haciendo Leonel Fernández y la FP, que desde antes que Medina y el PLD agotan una agenda sistemática de juramentaciones de ex dirigentes peledeístas que abandonaron su partido para apoyar a su antiguo líder. Cientos de dirigentes y simpatizantes han sido juramentados por el expresidente Fernández, exhibiendo a la opinión pública estos logros como muestra de que es «el partido con mayor crecimiento», llegando algunos dirigentes de la FP a asegurar que lideran la oposición y que ya son una fuerza mayor que la del PLD.
Y el PRM… ¡por supuesto!
El partido de gobierno no iba a quedarse de brazos cruzados, dejarle la cancha disponible a la oposición para que desarrollen su estrategia sin obstáculo alguno.
A partir de la renovación de la dirigencia perremeísta, el activismo partidista se ha hecho notar, con una clara intención de empezar a engrasar la maquinaria reeleccionista, y a sacar músculos a la oposición.
Primero fue amarrar compromisos con varios «partidos minoritarios», para asegurar el apoyo al proyecto electoral, y de paso, evitar que las pequeñas franquicias «firmen con el enemigo».
A esta acción le ha seguido la creciente juramentación de dirigentes y miembros de la oposición, incluyendo algunos legisladores, alcaldes, y regidores, provenientes sobre todo del PLD y el PRD en difententes provincias del país.
La más reciente juramentación se realizó el pasado domingo en San Cristóbal, donde un importante número de dirigentes y militantes perredeístas fueron juramentados por el presidente del PRM, José Ignacio Paliza, y la secretaria general Carolina Mejía.
Estrategia de pre-campaña

Indudablemente, las juramentaciones y la proliferación sistemática de encuestas políticas responden a una estrategia de caras a la campaña electoral que se avecina, en el entendido de que a ninguna organización política le conviene llegar con muestras de debilitamiento a sus primarias o convenciones. Y si el trabajo organizativo no es suficiente, entonces hay que acudir a cualquier recurso para que los músculos de la organización y sus candidatos sean, al menos, ponderables.
El reto organizativo y estratégico de los tres partidos más influyentes en esta etapa de pre-campaña es enorme, aún cuando el PRM y la FP ya tienen cuasi definidos sus candidatos a la Presidencia.
La lucha entre el PLD y la FP por la primacía en el mercado electoral, pasó del Congreso Nacional –donde muchos legisladores morados saltaron a las filas verdes– a las calles, para demostrar quién tiene mayor simpatía de la gente.
Pero esa lucha entre hermanos divididos no descuida al objetivo esencial, al oficialista PRM y al Presidente de la República, que al fin y al cabo es a quien habrá que derrotar, aunque cualquiera de las dos fuerzas de oposición resulte mayoritaria en su competencia particular.
El reto organizativo y estratégico de los tres partidos más influyentes del espectro nacional en esta etapa de precampaña es enorme, aún cuando el PRM y la FP ya tienen cuasi definidos sus candidatos a la Presidencia.
Y es que la pre-campaña implica no solo llegar unidos y fortalecidos a la campaña, sino salir airosos de los procesos de conquista de legitimización social de las candidaturas y el afianzamiento de las ventajas competitivas que motorizan la lucha por retener o conquistar el poder por medio al favor de los electores.
Caminar evitando las minas
La escogencia del candidato y candidata dentro del PLD deberá resultar de un ejercicio unitario, donde gane el o la que tenga mayoría, y sin trastornos que afecten la unidad interna. Una nueva escisión o disgusto de cualquiera de los sectores que hacen vida a lo interno, sería desastroso para las aspiraciones de reconquistar el poder en el próximo torneo electoral.
Leonel lucha por crecer y afirmar un liderazgo incuestionable en la oposición. Para algunos analistas, tiene la ventaja de que en una eventual segunda vuelta electoral, hay varios escenarios que le colocan en una posición privilegiada en la que en el peor de los escenarios, sería pieza clave para decidir el próximo presidente de la República.
El PRM, si bien luce poseer números manejables para lograr la reelección, tiene ante sí el reto de lidiar con la crisis económica pospandemia, que ha encarecido los precios de los combustibles, la materia prima y los alimentos, así como el desgaste normal en cualquier gestión de gobierno.
Una ventaja importante para el oficialista PRM es la relativa armonía que prevalece en su interior, solo matizada por críticas de Ramón Alburquerque y Guido Gómez Mazara, que obviamente, en ambos casos, no parecen interesados en convertirse en mayores obstáculos a la permanencia de su partido en el poder.