Radiografía de las encuestas
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Hasta mayo del 2021, en la Junta Central Electoral habían registradas un total de 64 empresas encuestadoras. Puede que la cantidad a la fecha esté cerca a unas cien. La guerra que libraban los partidos y sus candidatos al filo de las elecciones presidenciales, supone en estos tiempos el enfrentamiento de batallas estratégicas que anteceden el Día D de cada cuatrienio. Hoy, este un nuevo deporte que genera tantas pasiones como los Premios Soberanos que otorga desde 1985 la Asociación de Cronistas de Arte (Acroarte) o una final entre el Glorioso Tigres del Licey o las Águilas Cibaeñas.
Los resultados de cualquier encuesta serán cuestionados y celebrados en las mismas dimensiones. Nadie queda indiferente ante la publicación de resultados que favorecen a unos y perjudican a otros. Producen rabia o felicidad, enojo y hasta odios inexplicables. La indiferencia se manifiesta simultáneamente se dan a conocer resultados en contra de un sector o a favor de otro. Hoy se promueven resultados de estudios que arrojan información constable a partir del análisis del big data, se mide Twitter, Instagram, Facebook y hasta Tik Tok.
Los estudios de audiencias perdieron terreno de frente a estos nuevos medios, y los ratings solo son tendencias cuando se realizan eventos artísticos o deportivos especiales. Todo lo que dicen los influencers en radio, televisión o streamings ahora se mide con aplicaciones de los cuales se coteja información que se difunde de acuerdo a los intereses de quien lleva a cabo esos trabajos «científicos». En País Político –que fue objeto de un ataque cibernético el pasado fin de semana que mantuvo inaccesible su versión web en paispolitico.net– decidimos publicar resultados de sondeos que llegan a nuestra redacción a través de diferentes fuentes.
La naturaleza de nuestro semanario obliga a que este tipo de información es importantísimo y de gran interés para nuestros lectores. Evidentemente, en nuestra mesa de redacción determinaremos el tratamiento que reciben estos informes, y será de rigor ser lo más justo y equilibrado en el ejercicio periodístico, como hasta ahora nos hemos esforzado. El lector, que no tiene un pelo de tonto, sabrá discernir sobre la credibilidad científica o académica de este tipo de recurso de uso cada vez más frecuente en el mercado dominicano.
Así como las encuestas son buenas o malas de acuerdo a quién sus resultados favorezcan, están aquellos que también reaccionan desmeritando quién, cómo y cuándo se dispuso su ejecución. Para bien o para mal, el dominicano siempre está a la expectativa de estos sondeos que, en lo que se refiere a las firmas de mayor reconocimiento y tradición en el país, también deciden difundir o no sus resultados a la conveniencia de los intereses de quien la financia. Mientras tanto, resistir los embates es lo que toca para seguir adelante en este efervescente país político.