El PRD ante el futuro
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Visto a la distancia, el Partido Revolucionario Dominicano ha retrocedido durante la última década. Ciertamente, desde el punto de vista cuantitativo la votación del partido blanco ha caído considerablemente en los últimos tres procesos electorales. Decir lo contrario sería ponerse de espaldas a la realidad, negándola de manera visceral.
Sin embargo, cuando se mete el calador y dedicamos tiempo a desmenuzar el rol del PRD en el escenario político, desde su división en 2013, nos damos cuenta que el decano de la democracia dominicana ha sido influyente, cuando no determinante, en el desarrollo de los acontecimientos históricos ocurridos en la última década.
A muchos analistas se les escapa que el apoyo que le dio Miguel Vargas y la bancada perredeísta a la reforma constitucional de 2015 que viabilizó la repostulación de Danilo Medina fue la clave para evitar una crisis política en el país que pudo desestabilizar la democracia dominicana y con ello llevarse de paro el ritmo de crecimiento económico e institucional de la nación.
Si el líder perredeísta se decantaba por actuar conforme a las mezquindades que caracterizaron al modelo opositor encarnado por el PRM y no actuaba con la sabiduría y responsabilidad que demandaba en ese momento la historia, muy probablemente iba a contribuir, por activa y por pasiva, con la total desarticulación de nuestro sistema de partidos, derribando con ello la propia democracia.
Con el respaldo de Vargas y el PRD a Danilo Medina, además de facilitar la reforma constitucional, también contribuyó enormemente a que su reelección se diera sin traumas pues se crearon las condiciones para que la alianza PLD-PRD obtuviera una victoria electoral holgada, con la más alta votación obtenida por una coalición de partidos en toda nuestra historia.
La decisión de Miguel Vargas, además de garantizar la reelección de Danilo, también significó la entrada del PRD al gobierno y una importante cuota de participación en el Congreso y los ayuntamientos.
En el singular proceso de 2020, los resultados están tan frescos que hace poco sentido analizarlos, sin embargo, hay unos datos que muchos ignoran: dada la particularidad de todo lo ocurrido a partir del golpe de Estado que dio al traste con las elecciones municipales de febrero de ese año, no se advirtió que el PRD obtuvo una votación más alta que Fuerza del Pueblo tanto en la boleta municipal y en la boleta para diputados. En ambos niveles, el PRD se mantuvo como la tercera fuerza política de la República Dominicana.
Traigo esto a colación, porque fueron los únicos niveles en el PRD acudió con candidatos propios. Es más, no cometo una imprudencia si revelo que la decisión de llevar candidaturas perredeístas en la mayoría de los municipios y en toda la boleta para diputados fue tomada exclusivamente por Miguel Vargas, para lo cual contó con el apoyo de los organismos, pero con grandes reservas y resistencias, si no directa oposición, de quienes hoy le disputan el liderazgo del partido.
De hecho, gracias a la votación obtenida en la boleta de diputados y los resultados de las municipales el PRD mantuvo su categoría de partido mayoritario.
Ahora que el PRD entra al año preelectoral con la perspectiva de acudir al 2024 con su propia boleta, incluida la candidatura presidencial de Miguel Vargas, y que además se apresta a realizar la convención para escoger sus autoridades, los perredeístas, aun quienes estamos cerrando nuestro ciclo como militantes y/o dirigentes para dedicarnos a ejercer una ciudadanía activa y comprometida, hemos de saber que la supervivencia del partido como fuerza influyente, decisiva, preponderante y punto de encuentro de la gran coalición política y ciudadana para desalojar al PRM del gobierno para enderezar el rumbo del país depende de que revalidemos a Vargas como líder de los perredeístas por un nuevo periodo.
Una nueva elección de Miguel como presidente del Partido Revolucionario Dominicano es garantía de la continuación del plan de fortalecimiento y expansión del partido con la incorporación de las ciudadanías libres que necesitan un instrumento como el PRD para construir carrera política o expresar su descontento con el estado de calamidad en que se encuentra el país.
Lo más importante: Miguel Vargas en la presidencia del PRD es garantía de que el legado de Peña Gomez no caerá en manos de sus enemigos históricos del PRM y que, mucho menos, hará al perredeísmo cómplice de la desarticulación de la Patria y la entrega de la soberanía que anima Luis Abinader desde que ocupa la Presidencia de la República.
Su carácter y visión estratégica son fundamentales para salir con éxito ante el reto que nos presenta el próximo torneo electoral que se resume en cuatro grandes objetivos: superar el desempeño electoral de 2020, fortalecer la representación congresual y municipal del partido, unir a toda la oposición y derrotar la incompetencia, la ineficacia, la improvisación y el retroceso encarnado por Abinader y el PRM.