
Doble asesinato: sociedad
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Febrero aún no finaliza y los desgarradores acontecimientos no cesan. En lo que va de año más de cinco mujeres han sido asesinadas por parejas o ex parejas. La violencia contra la mujer es una epidemia en cualquier país del mundo, un asunto de salud pública y protección y los gobiernos continúan girando la cara hacia otro lado. La muerte del menor de Santiago por otro gatillo alegre de un Policía apodado «Cocotico» incomprensible de asimilar y el colofón descomunal perpetrado contra la menor Esmeralda Richiez, a manos de un profesor de matemáticas un psicópata a todas luces vestido con el traje de «profesor» y reincidente en este tipo de acciones, sumado a la negligencia de la familia es un asunto que lacera a cualquiera, ¿cómo irte a dormir mientras tu hija se desangra frente a tus ojos? ¡Inconcebible! Repetidos casos que suceden regularmente pero que pocos trascienden en un país carente de educación de todo tipo.
Un caso más oscuro y llamativo que otro, pruebas que no encajan y detalles que aún no están del todo aclarado suceden en casos de sangre y horror que observamos casi a diario. En un país como el nuestro, donde la investigación criminal es débil, con pocos instrumentos de ayuda y con una falta de información y formación que alimenta las dudas en la población. Esa misma ciudadanía que con el uso de las redes sociales saca a flote su insaciable sed de morbo, de ese pretendido afán de analizar todo sin las mínimas pruebas, de ser eco de noticias falsas aupando ese desenfreno colectivo de opiniones carentes de todo.
Así de esa manera vil y despiadada, desde la comodidad de su entorno, inician en tropel las conjeturas, difamación, juzgar y calificar de las peores formas posibles más a las víctimas que a los propios verdugos. Las redes sociales son el patíbulo de las víctimas y más si son mujeres, son triplemente asesinadas en lo moral y en la honra que el propio padecimiento que sufrieron. Demencial. ¿Qué tipo de gente son estas, qué tipo de sociedad tenemos? ¿Cómo pretendemos sacar buenos resultados de nuestros hijos si con los demás somos despiadados y alegres al juzgar?
Tampoco se queda atrás el lamentable hecho del joven de Santiago, Nicolás Kardoch quien presumiblemente se suicidó saltando desde la séptima planta del hospital del HOMS, de esa ciudad. Los usuarios de redes y ciertos medios de comunicación colgaron el vídeo del cadáver del susodicho tendido en el pavimento para alimentar el alma desequilibrada de las aves de rapiña de las redes que esperan lo mínimo para saciar su morbo enloquecido, enviar y compartir semejante acto descorazonador.
¿En esto nos hemos convertido? En una sociedad insaciable sin respeto a la vida humana de cualquiera, a la vida íntima de otros/as, a señalar y juzgar sin pruebas, a ser eco de hechos que no hace falta colgarlos para no sentirnos dolidos y sentir empatía de esas familias que atraviesan lo que nadie desea vivir!
En ese sentido, cada vez que ocurre un hecho desgarrador las redes son el tribunal de justicia, la horca, el morbo se apodera de manera enloquecida de tantos y tantas sin oficio que solo desean saciar su sed de detalles. Para luego hablar de empatía y humanismo. No quiero verme ahí, no quiero ver a ninguno de los míos siendo la carnaza.
La sociedad asesina doble y triplemente la moral de cualquiera con o sin razón. Esos juicios que antes se quedaban en la sala de nuestras casas ahora se divulgan públicamente de la manera más descarada posible. Lamentable, en este aspecto el tiempo que nos toca vivir y en el cual debemos lo que nos comulgamos con estas conductas enloquecidas saber desechar, ignorar o simplemente resignarnos a que no todos actuaremos de la misma manera frente a hechos lamentables que llenan de luto a la sociedad.
¿Cuesta tanto ser empático redes, en medios, en todo?