
Todos los voceros deben entrenar la vocería
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Un portavoz no es quien habla bonito y le gusta tener contacto con el público. El portavoz o vocero es el estratega, líder visionario e innovador, persona que por su nivel de responsabilidad está colocado en el line up o línea de tiro para comunicar el mensaje, logrando la atención hasta de sus adversarios más acérrimos.
Ha corrido mucho el agua desde los tiempos en que la mayor cualidad para ser designado como representante en nombre del partido o del equipo político era hablar bonito. Ser un portavoz tiene implicaciones más complejas y demandantes. Se trata de esa o esas personas que poseen un perfil tallado en base a formación y experimentación contínuas. Aquí no funciona el privilegio de la herencia familiar o el señalamiento mesiánico del candidato del partido. Para ser vocero hay que demostrarlo en el terrero.
Un vocero, portavoz o speaker se pule con el entrenamiento contínuo, del día a día, acompañado de una metodología formativa que tenga objetivos claros, con tiempos definidos y con evaluaciones previas y a posteriori para determinar el crecimiento en relación al desempeño del entrenado.
Los portavoces institucionales, políticos o sociales deben tener un nivel de demostración de excelencia en sus funciones por encima de la media, es ella o él quien debe tener los elementos para conducir al resto del equipo hacia la asunción de la responsabilidad para desarrollar sus competencias a través del coaching o la capacitación permanente. Debe modelar e inspirar en sus intervenciones públicas.
El Dircom es quien convence, incluso, a los más memorables oradores a que deben hacer un ejercicio sostenido del entrenamiento, al mismo tiempo, es quien debe ubicar a un coach o entrenador veraz, que pueda tener resultados respecto del avance en el desarrollo de habilidades.
Es preciso señalar que la oratoria no es vocería. Sí para ser un excelente vocero hay que manejar la combinación de estrategia, liderazgo, planificación y las técnicas del arte de hablar efectivamente en público. Ahí radica la diferencia, la deben entender los que lideran la gestión de la comunicación y el marketing político y los actores que inciden o gestionan política.
Los portavoces o voceros deben poseer un manejo efectivo de la oratoria, de estrategia, planificación, alto nivel de innovación respecto del manejo de la comunicación y buen relacionamiento con los públicos clave.
Durante su puesta en escena el lenguaje verbal y no verbal deben ser bien guiados, conducidos a que expresen lo que se desea transmitir, nada de dejarlo a la improvisación ni a la suerte.
Por eso a los candidatos, aspirantes a posiciones públicas que fungirán como voceros se les debe dar entrenamiento, no importa que sean expertos comunicando, deben actualizar y perfeccionar los conocimientos. Actuar siempre bajo un guía, maestro o coach que los corrija, dirija y los ilustre acerca de qué camino tomar para tener un excelente desempeño en la labor de portavoz o vocero.