
Protocolo real vulnerado
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El jueves hubo muchos escenarios noticiosos, protestas por un lado; llegada de jefes de Estado, ministros, ministras, funcionarios a la XXVIII Cumbre Iberoamericana, que se celebró el sábado 25 de marzo en el Ministerio de Relaciones Exteriores, teniendo a la República Dominicana como sede.
Hubo un hecho que se convirtió en un hito para el protocolo institucional universal, la vulneración de las normas de parte de un técnico perteneciente al equipo de trabajo del Aeropuerto Internacional de las Américas, momentos en que el Rey Felipe VI descendía de las escalinatas de la aeronave que lo traslado a la isla. El señor, le pasó raudo y veloz, para adelantarse al paso al monarca, porque tenía prisa en realizar una labor, que conforme revela su lenguaje corporal, era urgente.
Esa acción quedó grabada para la historia. El empleado, llevaba preocupación en realizar su trabajo, a todas luces, provocado por algo que no debía demorar segundos. El no tuvo la responsabilidad de desconocer quién era la figura prestante a la que se le adelantaba en su andar, y tampoco es culpable de no conocer los códigos de respeto institucional con los que hay que tratar la presencia de un rey.
No. Esa era tarea de los encargados del protocolo y de seguridad de «su majestad», y de la contraparte dominicana. Si hay una institución que ha establecido cuál es el manejo en el recibo, acompañamiento que debe agotarse con figuras notables, es el correspondiente a la realeza, y este complementado con el estatal, establecen las formas de actuar ante figuras de Estado en ceremoniales oficiales o sociales.
El país tiene excelentes expertos en protocolo, acostumbrados a manejar a cabalidad los rituales en actos solemnes y públicos. Desde el pasado reciente todos los gobiernos han tenido equipos memorables para el manejo protocolar de eventos nacionales e internacionales.
Algo falló, que puede suceder en cualquier momento, y en cualquier parte del mundo.
En definitiva, a veces, se conjugan varios factores, que dan como resultado el error de los humanos, que nadie quiere que en probabilidad le toque, menos a un equipo que planificó y trabajó arduamente para hacerlo bien.
Ya lo hemos visto con el presidente Joe Biden, o con Gabriel Boric, colocándose las manos en la cintura mientras los mandatarios son captados frente al Palacio Nacional, en una foto oficial. ¡A cualquier le puede pasar, pero uno no quiere que le pase!