
Sin liderazgo no hay comunicación
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El liderazgo es una herramienta, y es una filosofía de gestión. Se puede ostentar los títulos académicos más elevados, pero eso no significa que se posee liderazgo. No es tan fácil como tener la posición o el poder. Tampoco el conocimiento sólo otorga la habilidad de gestionar en función de una serie de parámetros que colaboran en incidir en la gente o concitar los adeptos. Lo que sí es cierto que la gestión de la comunicación es más complicada cuando el que tiene el rol de dirigir lo hace al margen de los paradigmas que encierra esta doctrina.
En cualquier parte los casos suelen estar presentes. El estilo de gestión se mantiene desarrollado en función de prácticas caracterizadas por la imposición, la falta de empatía y el direccionamiento del manejo de los procesos en ausencia de los componentes esenciales para desarrollar una gestión sustentada en los pilares del liderazgo, que son más convenientes y que evitan mayores problemas a las implementaciones en la planificación de la comunicación y la gestión de la imagen.
Claro, que para saber gestionar al amparo de esta técnica hay que asumirla de manera auténtica, y eso supone la revisión del estilo de gerencia personal, con una postura de tener apertura al cambio para revisar e incorporar buenas prácticas directivas.
Hay que dedicar tiempo a la formación y entender cuáles son las características que se deben incorporar para enfocar el desarrollo de los integrantes del equipo; teniendo una autoestima fortalecida para que el crecimiento de los demás no sea una provocación o molestia, siendo poseedores de una conciencia respecto del valor agregado que experimentan las organizaciones al tener directivos formados en estas lides y con un compromiso para trabajar en equipo, influenciado por lo estipulado en la filosofía corporativa.
No es solo ser una máquina de resultados para la empresa o la institución, es muy relevante para poder llamarse líder de la comunicación o Dircom, saber planificar estratégicamente pensando en la gente, diagnosticando la comunicación personal y la asertividad para que estén en números positivos al momento de llevar las operaciones.
Hay ejecutivos que se sienten a gusto con los supervisores que obtienen los resultados sin importar el cómo, aunque tengan un estilo maltratador, pero eso no es efectivo en estos tiempos.