
Los funcionarios y la campaña
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PAPAYA.– En el fin de semana el presidente Abinader participó en las primeras actividades políticas de su campaña reeleccionista. Con el toque de trompeta, sería ilógico, hasta estúpido, pensar que los funcionarios no saldrán a las calles. Todos lo han hecho, siempre. Lo que no pueden es dar papaya. El presidente ha puesto de estandarte el tema de la honestidad vs. la corrupción, estrategia bien montada, pero tiene sus riesgos, porque la superioridad moral es difícil mantenerla en el tiempo, ya que al mínimo yerro te conviertes en blanco de tiro.
El presidente ha enviado señales correctas, pero no se trata solo de él. También de los funcionarios. La mejor campaña que pueden hacer no es buscar cámara o turismo político, sino cumplir eficiente, transparente y responsablemente con sus funciones, tanto en el fondo como en la forma. Los hombres del César no solo deben ser serios, sino también parecerlo. Y en sus tiempos libres que activen sus maquinarias…
LAS SILLAS.– Con talante sardónico, una apreciada amiga dijo hace unos días que en las actividades de fin de semana del presidente había luchas por los asientos. No me consta. Sin embargo, de ser así, es normal, sobre todo en los proyectos políticos con vocación de éxito y de poder. Hay que tener presente que los lugares que ocupen los invitados deben corresponderse con los liderazgos, pero sobre todo con la estrategia y los códigos políticos que se quiera enviar a las audiencias. No algo antojadizo o lucha de egos y principalías.
Por eso hay proyectos en la oposición que por más gasolina que le pongan no prenden, y otros que por más que los empujen lucen cansados. No hay manejo de los puestos y de la imagen que busca proyectarse. No se trata de dónde te sientes, sino de si ese es realmente tu sitio. Fuera bueno recordar el Proverbio: «No hagas ostentación ante el rey, y no te pongas en el lugar de los grandes; porque es mejor que te digan: sube acá, a que te humillen…».
LO IMPORTANTE. – Lo que sí pudo refrendarse fueron los rostros sonrientes y afectivos de los dirigentes perremeístas, y sobre todo de sus principales líderes. Mostraron unidad no fingida y armonía de cuerpo. Los discursos del presidente fueron tan claros y aguerridos que el más bravo león, despavorido, anunció con júbilo que hasta las nubes lo apoyan. ¡Tremenda consigna! Eso habla de por dónde anda.
Algo bonito: aunque quieran decir que fue marketing, el beso de Raquel fue genial, y la acción cónsona con su carácter prudente pero extrovertido; elegante, pero al tiempo llano. Su gracia y carisma suma al proyecto de su esposo. La reelección va viento en popa: buena estrategia, buen discurso, buena imagen. La oposición no ha sabido conciliar ninguna de las tres. Pareciera que nada contracorriente…