
Legalizado el neotrujillismo
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Como si fuera nada, la semana pasada la Junta Central Electoral ha reconocido un nuevo partido. Un nuevo grupo al que el Estado, que es lo mismo decir usted, yo, aquel y los otros, tendremos que aportar recursos de nuestros impuestos para que ellos hagan proselitismo, especialmente, usar ese dinero como les da la gana, yéndose una parte a bolsillos indecorosos.
El partido recién legitimado por la JCE no es uno cualquiera, de esos que a veces surgen como fruto de la división de otro más grande, el interés auténtico de una nueva propuesta o simplemente un proyecto para el provecho propio, a lo que algunos le han dado en llamar «una mipyme política». Esta nueva organización es diferente.
Se trata del partido creado por el nieto y fervoroso defensor y emulador del sátrapa Rafael Leónidas Trujillo, quien, a pesar de que no puede candidatearse a la Presidencia de la República, lleva años vendiendo la idea –muy bien vendida– de que sí puede ser Presidente para continuar la obra de su tristemente célebre abuelo.
La Junta le ha legalizado, «por haber cumplido con todos y cada uno de los requisitos que establece la ley», un partido político a Ramfis Domínguez Trujillo, con lo cual le dota de un valioso instrumento político que si bien no le permitirá ser candidato presidencial o vicepresidencial, lo pondrá en condiciones de negociar cosas, y quién sabe si hasta lograr que se le elimine el impedimento constitucional que le obstaculiza ser candidato por su condición de extranjero (nació en Nueva York, Estados Unidos).
Ese propósito y esa ilusión que el hijo de Angelita Trujillo ha vendido a muchos dominicanos que añoran el oscuro tiempo de la dictadura trujillista, resulta casi un imposible, al menos con la Constitución vigente, pues la única vía que le deja a Ramfis es renunciar a su nacionalidad estadounidense, y venir a residir diez años en nuestro país, para poder optar por un puesto electivo. Esa vía podría llevarle 20 años para lograr su propósito, si decidiera renunciar de inmediato.
Domínguez Trujillo, que hasta 2016 cuando vio surgir la oportunidad de hacerse de un espacio en el escenario político, y los recursos que ello le podría proveer, nunca mostró interés en la nacionalidad dominicana. Fue el 18 de mayo de 2016 cuando hizo la transcripción de su acta originaria de nacimiento por ante el Registro Civil dominicano, con lo cual obtuvo su cédula de identidad y electoral, pero al no renunciar a su condición de estadounidense, aún no inicia el camino de los diez años que deben transcurrir previo a tener derecho a ser elegido Presidente de la República. Tampoco ha establecido residencia permanente en el país, otro requisito que le obliga la Constitución y que también le tomaría diez años.
Por supuesto, aunque Ramfis no puede ser candidato, la apuesta es a lograr acumular fuerzas, tantas como sea posible, y él sabe que hay un nicho en el electorado que no solo es partidario de sus ideas, sino que aporta recursos, especialmente en la diáspora, donde ya ha habido demandas y sentenncias condenatorias contra él, como es el caso de la demanda por estafa interpuesta por el candidato a diputado Jorge Aníbal Torres Puello, quien demostró que el Partido Esperanza Democrática no existe, por lo cual un Tribunal de Estados Unidos le condenó a pagar $7,800 dólares estafados a Torres Puello «quien logró probar que el Partido de Ramfis Trujillo no existe, es una conspiración para estafar fondos a la diáspora y nunca ha estado autorizado para actuar como tal en la República Dominicana o los Estados Unidos», según la jueza Lorri Cotton, de la Corte de Justicia de la Florida, Estados Unidos.
Aunque la decisión de la Junta Central Electoral de reconocer el partido de Ramfis Trujillo está enmarcada en el mandato de la ley, ha sido criticada por legisladores que señalan como «un retroceso para la democracia» y «un hecho lamentable debido a que es una persona que está rodeada de controversias». Del mismo modo han reaccionado descendientes de víctimas de la tiranía trujillista y directivos del Museo Memorial de la Resistencia.
En lo adelante, con la formalización del Partido Esperanza Democrática, en el escenario político se afianzará el discurso ultra nacionalista y negador de derechos, y aunque ya existen partidos con clara inclinación a estas posturas, el hecho de que esta nueva entidad está liderada por un descendiente directo del dictador, le da mayor trascendencia a los postulados autoritaristas y extremistas.