
El algoritmo del crimen
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En El aviso, película española basada en la novela homónima escrita por Paul Pen, un profesor de matemáticas se obsesiona con resolver una cadena de asesinatos a través del uso de algoritmos y, consecuentemente, salvar a un niño que recibe una carta advirtiéndole que morirá si acude, el día de su décimo cumpleaños, a la tienda de una estación de gasolina que frecuenta.
Por supuesto, al niño nadie le cree y al esquizofrénico profesor mucho menos, generando todo tipo de situaciones que mantienen en tensión al espectador de principio a fin. Al finalizar la película, quedé pensando si en nuestro país hay espacio para darle un carácter científico a la lucha contra el crimen, si podemos volver a ser uno de los países más seguros del mundo utilizando las herramientas que brinda la tecnología para ello.
El big data, la inteligencia artificial, las tecnologías de reconocimiento facial pueden ser perfectamente incorporadas a una Estrategia Nacional de Seguridad Ciudadana que implique entre otras cosas la creación de un mapa de la delincuencia y los delincuentes en nuestro país. Por ejemplo, con el uso de algoritmos complejos se pueden predecir puntos calientes de crimen en un lugar específico, en un momento determinado del día. Este mecanismo se utiliza en Nueva York con una precisión de 91%.
De hecho, a partir del uso de estas tecnologías para prevenir y perseguir el crimen, la ciudad de Nueva York es una de las más seguras del mundo con una tasa de 3.4 homicidios por cada cien mil habitantes y, el dato más significativo, este índice viene cayendo durante 27 años de manera consecutiva.
La seguridad ciudadana sigue planteando importantes desafíos para la política dominicana. Alcanzar altos niveles de prosperidad y bienestar será posible, si y sólo si, somos capaces de convertir a la República Dominicana en un país cuyos índices de delincuencia, violencia y criminalidad estén prácticamente en cero.
El impacto social del evidente auge económico de nuestro país durante el último lustro se acrecentaría de manera exponencial si logramos domar la bestia negra del crimen. Para ello hace falta abordar la delincuencia de forma creativa y científica, dejando atrás el hábito malsano de electoralizar los grandes temas nacionales y fomentando una sana politización en la aplicación de una estrategia nacional que involucre a todos los sectores, puesto que en ningún ámbito es más necesaria la alianza público y privada que en el de la seguridad de la gente.
Ver este tema solo al cariz de los homicidios por cada cien mil habitantes o enfocando la atención en sus raíces sociales como consecuencia de la desigualdad y la exclusión social, implica terminar siempre ejecutando las mismas medidas que no nos han llevado a ningún lado. Precisamente en este punto es que debemos poner nuestros mayores esfuerzos para construir un nuevo modelo de seguridad que, en el mediano plazo, nos coloque como un país seguro.
Las estadísticas de robos y atracos, las proyecciones del dinero sucio que produce el crimen y el mercado del consumo de drogas en la República Dominicana son aspectos que deben ser tomados en cuenta si queremos crear las condiciones para la solución definitiva de este flagelo.
¿Ha pensado el liderazgo nacional el impacto que tendría sobre la tasa de homicidios en nuestro país, que ronda los 16 por cada cien mil habitantes, la aplicación de técnicas de minería de datos para represar a los criminales?
¿Y si todas las fuerzas sociales y políticas de nuestro país alcanzan un Pacto por la Seguridad Ciudadana que comprenda un paquete de medidas alrededor del uso de algoritmos complejos, como arma para disminuir consistentemente los índices de criminalidad durante los próximos diez años, destinando la inversión del 2% del PIB al combate de la delincuencia?
Evidentemente, para alcanzar un acuerdo de esa magnitud para que el Estado esté en condiciones de dar ese salto en la inversión pública en materia de seguridad, de un 0.45% del PIB actual al 2% que proponemos, es necesaria una reconfiguración de las exenciones fiscales para llevarlas del 6% actual a un 4.5% lo cual entraña un sacrificio de importantes sectores de la economía.
Sin embargo, esto puede ser visto como una inversión a largo plazo en la salud de nuestra economía porque un país con bajos índices de criminalidad es un destino seguro para el capital extranjero y para los turistas, lo cual redundaría en más creación de empleo y en una mejor calidad de vida para todos los dominicanos.
El salto hacia el progreso y la prosperidad de los dominicanos pasa necesariamente por que volvamos a ser el país más seguro de la región y eso lo podemos lograr si abordamos el problema de la criminalidad desde la ciencia, el conocimiento y la voluntad política.