La abstención como expresión política
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Día a día la ciudadanía va concientizándose más para asumir que las decisiones sobre lo que es mejor deben ser producto de consensos y de la implicación de mayorías; por tanto, las oportunidades de deliberar sobre el quehacer público tienen que aprovecharse al máximo, y una de las principales es votar.
Es cierto. La escasa confianza de la sociedad dominicana en las organizaciones políticas e instituciones del Estado se ve reflejada también en el nivel de abstención en los procesos electorales. No obstante, es también irrefutable que al no ejercer este derecho, dejamos que los de menor consciencia escojan por todos.
Veamos algunas cifras… Datos oficiales establecen un abstencionismo electoral en las elecciones del 2020 del 45%. Lo que se ha visto desde el 2000 hasta 2020 es que va disminuyendo la participación. Sólo en los últimos seis procesos electorales, el promedio de concurrencia ciudadana es de un 69.2% y una abstención del 30.8%.
Llegados a este punto es importante destacar las varias formas de abstención. Está la técnica o estructural, la cual es motivada por enfermedad, ausencia, defectos de la inscripción censal, clima, lejanía del colegio electoral, etc.; la política o racional, que tiene que ver con ese silencio o pasividad individual que expresa una determinada voluntad política de rechazo del sistema político o de la convocatoria electoral en concreto; la de rechazo, que indica la no identificación con ninguno de los líderes o los programas políticos que compiten. Esta última da paso a la activa, como un acto de desobediencia cívica o la concreción de la insatisfacción política.
Ya cuando traspasa la mera decisión individual y se trata de un movimiento que promueve la inhibición participativa o abstención activa, con el fin de hacer pública la oposición al régimen político o al sistema de partidos, se convierte en abstencionismo de lucha o beligerante.
Existe asimismo la abstención apática motivada por la haraganería, la ley del mínimo esfuerzo, junto a la falsa convicción de la escasa importancia del voto individual y a la ignorancia de las fuertes consecuencias de abstenerse de votar. Por otro lado, hay quienes lo hacen de “modo cívico”, que es participar en el acto electoral, pero sin pronunciarse a favor de ninguna de las opciones políticas que contienden, para lo que emite el voto en blanco.
La democracia refiere que un sistema realmente democrático debe favorecer la máxima implicación de los ciudadanos en la definición de las leyes y las políticas. Una ciudadanía involucrada en las cuestiones públicas se hace a sí misma mejor cada día, facilita la gestión de los conflictos sociales, reduce los peligros de desviaciones autoritarias y mejora la calidad de los gobiernos, por tanto, de la vida de la gente.
Sabiendo de este valor, ha de preocuparnos entonces que la juventud, que representa más del 40.2% del padrón electoral, se abstenga tanto. Respecto a esto, justamente habló el presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE), magistrado Ygnacio Pascual Camacho Hidalgo, destacando que la participación activa de los jóvenes dominicanos en política y en procesos electorales son factores fundamentales para fortalecer el sistema de partidos políticos y consolidar la democracia en el país.
Además de los actos de emitir el voto y el activismo partidista, son formas de participación política: tener contactos directos con los políticos, apoyar manifestaciones y protestas, boicotear productos por razones políticas, desobedecer una ley a causa de la ética, abordar con un medio de comunicación o representante estatal un tema de interés general, ser parte de grupos o asociaciones que trabajan en pro de una causa común ciudadana, entre otras.
A través de la participación política se busca incidir en la toma de decisiones, lo cual está vinculado al poder político. Hay quienes participan motivados por el descontento, por el rechazo al sistema político o por insatisfacción con el funcionamiento del mismo. Esto a diferencia de aquellos que lo hacen por convicción (en un liderazgo o ideología) o por proteger intereses particulares.
Lo innegable es que acciones como implicarse, participar y votar mejoran nuestra calidad de vida y son necesarias para la salud democrática de cualquier nación.