
Ciclos políticos que se cierran
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La vida transcurre de forma circular. Es el mismo recorrido que hace todo aquello que interactúa con la política. Todo termina donde mismo comenzó. El triunfo de Luis Abinader en el 2020 supuso el inicio, a medias, de un nuevo ciclo político en República Dominicana. Con Leonel Fernández aún activo para participar como candidato en las elecciones del 2024, la continuidad del proceso encabeza el Presidente de la República recae sobre los hombros de Abel Martínez, virtual aspirante por el Partido de la Liberación Dominicana. Estos ciclos no arrancan de un zarpazo, se van produciendo gradualmente, con la desaparición de unos y la aparición del nuevo relevo.
La inesperada muerte el pasado domingo de Amable Aristy Castro, líder electoral indiscutible durante más de 30 años en La Altagracia, Higüey, debe indefectiblemente posibilitar que se revelen otros actores en la arena política. Rafael Duluc (Cholitín), alcalde que ganó en las elecciones del 2020 con el apoyo de la coalición de partidos que encabezó el Revolucionario Moderno, es producto, a medias, de este mismo ciclo. El liderazgo de Amable, difícil que se repita algo parecido en un período similar, le permitió ganar como diputado en el 1982, por el Partido Reformista, se pudo reelegir cuatro años después y ascendió un peldaño en su carrera cuando en el 1990 logró la curul como senador, reeligiéndose en el siguiente cuatrienio.
Aunque el expresidente de la República, Hipólito Mejía, sigue activo en el oficio, con gran incidencia y poder en la actual administración perremeísta; con Danilo Medina impedido constitucionalmente de volver a aspirar, pero todavía en ejercicio como presidente del Partido de la Liberación Dominicana; es Leonel Fernández que mantiene abierto este ciclo que no será hasta el 2024 cuando sabremos si se cierra definitivamente o, ante un eventual triunfo vuelve a ocupar la primera magistratura, se prolonga más allá.
Si en el 2020 surgieron liderazgos locales en todo el país, para las elecciones que se llevarán a cabo en febrero (municipales) y en mayo (congresuales y presidenciales) del 2024, según los pronósticos, se podrá contar con un mayor número de rostros frescos, provenientes de la sociedad civil, outsiders inspirados por el deseo de servir a sus comunidades, figuras y personalidades que tradicionalmente se han mantenido al margen de estos procesos electorales. Es una tendencia mundial, a la que los partidos, forzados por la presión de estamentos con incidencia, van abriéndose cada vez más. Dos ciclos que van corriendo simultáneamente, uno más avanzado que el otro, que en algún punto coincidirán en el espacio para dar paso a una nueva camada de la política.