
Bulín toca un Stradivarius
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Si misteriosos son los caminos del Señor, mucho más aún lo es el humor de la gente. Descubrir los mecanismos que se activan en el cerebro de los humanos para determinar la manera azarosa en que van y vienen sus simpatías y antipatías es una asignatura pendiente de nuestra especie.
El ser humano que aclama a Juan Luis Guerra y su Kitipún, a menudo es el mismo que semanas después, si no días, lleva sus sentidos al borde del paroxismo bailando, vociferando incluso, «E’to no se sabe dónde vayas a paral» del artista urbano conocido como Bulín 47.
La naturaleza enigmática del gusto se manifiesta en todas las actividades que realizan los humanos, la política entre ellas. Hace casi veintisiete meses acudimos a las urnas con la sensación de que la República Dominicana vivía sus peores tiempos, gobernada por gente que, luego de arruinarnos, nos llevaba a pasos agigantados hacia el infierno.
Empresarios, medios de comunicación, poderes religiosos y potencias extranjeras se articularon para ejecutar un sofisticado plan para la toma del poder que, sin escatimar recursos, utilizó de instrumento a opinadores, artistas e influencers para construir artificialmente una percepción generalizada de que RD era un estado fallido. Estuvieron tan decididos a lograr su objetivo que hasta perpetraron un golpe de estado blando el 16 de febrero del 2020 con tal de asegurar el cambio de orden en el poder político.
El designio se cumplió el 5 de julio de 2020, pero poco más de dos años después de que las nuevas autoridades asumieron, el mentado cambio parece limitarse a deshacer todo lo bueno del pasado gobierno y a repetir, con más caché claro está, todo aquello que durante la campaña condenaban como crimen de lesa patria.
A día de hoy, nadie en su sano juicio puede demostrar con números que algún servicio público no se haya deteriorado durante el gobierno de Luis Abinader, Participación Ciudadana y el PRM: el precio de los alimentos ha aumentado considerablemente: durante el último año la inflación en alimentos y bebidas no alcohólicas sobrepasa los dos dígitos por primera vez en 20 años. Los apagones han regresado: antes de agosto de 2020 el 85% del territorio nacional tenía circuitos de 24 horas de energía, en este momento la cifra ha caído a un 68%.
La seguridad merece una mención aparte: la cantidad de robos y atracos se incrementa de manera exponencial, los homicidios intencionales subieron en un 28% en el último año rompiendo además la tendencia a la baja que se venía experimentando durante una década. República Dominicana es además el único país de la región en que la cantidad de homicidios por cada cien mil habitantes creció durante el 2021.
En educación el fiasco ha sido gigantesco: la fascinación por las improvisaciones estratégicas (parece un oxímoron, pero estoy convencido que la ausencia de planes del gobierno de Abinader responde a un plan muy bien diseñado) ha dejado sin aulas cerca de medio millón de niños dominicanos y con un déficit de docentes que según cifras del propio Ministerio de Educación alcanza a 12,500 maestros por contratar. Mientras ese desastre ocurre en un sector tan importante para el presente y futuro de la nación, Luis Abinader promueve un recorte del presupuesto educativo para aumentar los fondos destinados a publicidad oficial. Una barbaridad.
Lo que sucede en el peligroso y espinoso tema haitiano le pone los pelos de punta a cualquiera: ante la actitud allantosa del oficialismo el desorden en la frontera estimula el éxodo masivo desde Haití. Mientras posturea ante la opinión pública local con su muro imaginario, Abinader se ausenta de escenarios internacionales claves y «olvida» decirle a la OEA y a la vicepresidenta norteamericana que no hay solución dominicana al problema haitiano. Mucho me temo que ya hace tiempo que el primer mandatario accedió a las presiones para que RD soporte el peso de la crisis en Haití.
Desde el sábado se ve cuando el domingo va a ser bueno, dice la sabiduría popular, y el gobierno de Luis Abinader emite señales preocupantes para el futuro de los dominicanos: cesión de sectores estratégicos (electricidad, transporte, educación) a grupos de poder económico, subordinación de la política exterior al interés estadounidense y contribución con el objetivo de grupos de la llamada sociedad civil de desarticular el sistema de partidos, parecen ser los pilares sobre los cuales descansan todas las acciones del gobernante.
Eso para no entrar en el manido tema de familias enteras colocadas en puestos de importancia dentro del gobierno, la improvisación que se advierte en cada área y ante cada tema o el intento de colarnos una reforma tributaria solapada en el Presupuesto de 2021.
El gobierno se nota sin planes y, peor aún, los gobernantes parecen no saber exactamente qué deben hacer. El desconocimiento de cómo funciona el Estado se advierte en cada tuit que publican el Presidente y sus funcionarios.
La popularidad es misteriosa, ya lo decía al inicio de estas líneas, si inspirado en ella Bulin 47 decidiera comprar un Stradivarius para tocar una pieza, de seguro muchos aplaudirán a rabiar, pero el desencanto no tardaría en llegar porque hacer dembow requiere mucho menos habilidades que tocar una sonata y entonces cuando los aplausos muten en abucheos, como en una fuga de Bach, #SeVan cual bumerán volverá a ser tendencia.