Blockchain y la descentralización de la lectura en RD
Comparte Este Artículo
1 de 2
La Biblioteca Pública Froilán Tavárez hijo estaba ubicada en la Avenida 27 de Febrero, entre las avenidas Duarte y José Martí, en el barrio Mejoramiento Social de la capital de República Dominicana.
La casa en la que operaba es un edificio austero, de color amarillo ocre, de un estilo neoclásico raquítico.
La cubierta, que enmarca las ventanas de un segundo piso, está precedida por cuatro columnas lisas y de escaso diámetro, carentes de basa y capitel, de aspecto tan endeble que cabría suponer que no hubieran soportado la construcción si el edificio en cuestión no hubiera sido pequeño.
El edificio está abandonado y la entrada, condenada. Quizás hubo una época cuando los estudiosos visitaban esta biblioteca. Por mi parte solo presencié su decadencia. Durante años pasé por delante de las puertas abiertas, pero sin vida, preguntándome cuándo se cerrarían para siempre. Un día se cerraron.
Quizá las razones por las que deducimos que esta biblioteca fue clausurada se reduzcan a la obsolescencia de los recursos bibliotecarios y a la desmotivación por la lectura.
La crisis de las bibliotecas públicas en República Dominicana es un problema viejo. Como la Biblioteca Froilán Tavárez hijo, otras muchas han cerrado sus puertas o malviven.
En las ciudades grandes es casi imposible encontrar bibliotecas públicas de uso comunitario. En los campos no hay. En los pueblos pequeños quedan algunas adscritas a los ayuntamientos. Son espacios muertos con escasas visitas.
La red de bibliotecas del Metro de Santo Domingo, proyecto hermoso, cesó.
Hay una Ley del Libro, pero no una política de fomento de la lectura. Las actividades de vitalización de las bibliotecas que se ven en países desarrollados no existen en República Dominicana, donde se lee poco.
Las bibliotecas públicas de muchos países –incluso algunos que no son desarrollados– proveen a sus usuarios de carnés para tomar libros y otros recursos en préstamo a domicilio.
Los dominicanos carecemos de ese privilegio, con raras excepciones como las de la biblioteca del Centro Cultural de España en Santo Domingo y la Biblioteca Infantil y Juvenil República Dominicana, que implementaron préstamos limitados.
El fomento de bibliotecas públicas en República Dominicana, que alguna vez existió, ha muerto.
Sin embargo, existe otro modo de motivar a la gente a leer. Con blockchain.
Durante su agonía, las bibliotecas públicas dominicanas (que no forman un sistema, sino compartimentos estancos municipales en su mayoría) han sido testigos de la aparición de Internet, los libros electrónicos, la impresión de libros bajo demanda y la irrupción del blockchain, que supone una revolución dentro de la revolución que es Internet.
Paralelamente, las aplicaciones de la inteligencia artificial y de la robótica han sido sacadas de los libros de ciencia ficción para conformar, junto con blockchain, la cuarta revolución industrial.
La tecnología blockchain nació con la criptomoneda bitcoin, pero ha enfilado sus propios caminos. Es la tecnología tras la creación de miles de criptomonedas y está revelando un potencial de aplicación en diversos campos.
Las criptomonedas, los tokens y los smart contracts han sido incorporados al lenguaje de las innovaciones. Una revolución del modo en que se hacen las cosas está teniendo lugar a través de esas herramientas.
No debemos poner al día el modelo tradicional de bibliotecas públicas, dado que no funciona. No tiene sentido acumular materiales impresos o de recursos digitales en espera de un usuario que no lee.
El siguiente artículo tratará, con ejemplos, cómo puede blockchain ayudar a construir nuevos modelos de acceso a la lectura y cómo puede ayudar a que el público quiera leer.