
Antonio Sola: «Hay síntomas claros de que este es el fin de esta civilización»
Comparte Este Artículo
Antonio Sola lo lleva fácil a la hora de hablar de sus ideas, y mejor aún, hace parecer más fácil ponerlas en práctica. Sus habilidades sociales quedaron en evidencia el pasado miércoles 3 de agosto, durante su ponencia en el XV Congreso Iberoamericano de Comunicación Política, celebrado en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), donde expuso su conferencia «Nueva era», logrando una conexión inmediata con la audiencia, que lo celebró de principio a fin.
Cuando él está sobre el escenario el espectador puede sentir que está frente a un carismático líder político. Su dominio absoluto del discurso y del humor de la audiencia, y sus planteamientos no pasaron desapercibidos para quienes estuvieron en el Aula Magna de la UASD.
Y es que Antonio Sola, de 50 años de edad, ve el mundo desde una perspectiva integral, donde la persona «debe estar en el centro de la política».

Algunos contrarios le critican sus maneras, especialmente cuando se trata de temas como las «campañas de contraste»; otros lo señalan como un «gurú de la derecha latinoamericana», por su cosmovisión política y su trabajo en campañas de candidatos como el mexicano Felipe Calderón, líder del conservador Partido de Acción Nacional, o el colombiano Juan Manuel Santos, del uribista Partido Liberal Colombiano, sin olvidar que sus inicios están íntimamente ligados al Partido Popular y su líder José María Aznar, y Mariano Rajoy. Pero él asume su trabajo con pasión, justifica y defiende sus métodos y, llegado el momento, ha sabido admitir sus yerros. En todo caso, lo que nadie duda en reconocer es su capacidad para idear campañas exitosas, no importa si el candidato es de derecha, izquierda o centro. Siempre igual, su apuesta es a la victoria.
Aunque Sola se ha mantenido fuera de la política española desde el 2008, para muchos expertos su ojo está puesto en La Moncloa. «Toño tiene el sueño de llegar a ser el presidente del Gobierno, así de sencillo», confió al periódico El País en 2020 Beto Castillo, una de las personas de máxima confianza de Sola.
En el marco del XV Congreso Iberoamericano de Comunicación Política, Antonio Sola conversó en exclusiva para País Político. Hablamos del surgimiento de una nueva civilización, del nuevo ser humano que ha llegado con una nueva capa cerebral y de la explosión de las ideologías y las religiones.
Conversar con Sola hace sentir que no hablas con un hombre que está «ranqueado» entre los cinco mejores estrategas políticos del mundo, sino con un viejo amigo de andanzas, quizás por estar curtido en su trabajo de lidiar con la gente, y con la prensa. Por su «don de gente», se me antoja.

Usted habla del fin de una civilización. ¿Cuáles son los síntomas de ese fenómeno?
Es un tema impresionante. Hay tres síntomas muy claros. El primero de ellos es un nuevo ser humano que se está incorporando a la sociedad, digamos, adulta; son chicos y chicas que nacen a partir del 2000-2005, que vienen con un nuevo cuarto nivel cerebral que se desarrolla en los lóbulos frontales. Es un cerebro holístico, una especie de supraconciencia, y que entienden, ven, procesan la realidad de una manera totalmente distinta. Cuando estén totalmente incorporados a la edad de votar, esas chicas y chicos, digamos, que van a educarnos, van a trasladarnos, a tener la capacidad de mostrarnos cómo ellos interpretan el mundo.
El segundo síntoma muy importante es el ataque sostenido a los principios y valores de las cinco grandes religiones, que son el hinduismo, judaísmo, cristianismo, islam y el budismo, las cuales están siendo detonadas por intereses muy específicos, para que ya no permanezcan al día. Muy importante en esta dinámica del fin de las religiones, digamos, es el fin de las ideologías como las hemos conocido hasta ahora, las ideologías son el pan para hoy y el hambre para mañana y están construyendo la realidad política hoy, digamos, fundamentalmente de otra manera.
Y el tercer síntoma muy importante es el fin de un ciclo político como hasta hoy lo teníamos concebido y el principio de un nuevo ciclo político.
Estos tres síntomas son los tres grandes elementos que, desde lo que afecta a nuestra industria del marketing político, tienen que ver con el fenómeno, con la detonación.
Desde hace años vemos bebés que en sus primeros meses de vida pareciera que ya saben qué sucede en una pantalla y un teclado, intentan desplazar con sus dedos una imagen impresa. ¿Cómo afecta la cosmovisión política de ese nuevo ser humano que usted describe?
De hecho, está imponiéndose esa nueva visión, porque son chicos y chicas que están creciendo y que ven la forma de vida, la vida misma de otra manera. Es una cosmovisión donde lo importante es el todo y no la parte donde la causa es más importante que el fin justificando los medios, en donde el propósito de vida de esos chicos y chicas no tiene necesariamente nada que ver con la individualidad. Esto es muy importante, entender el todos, el juntos y el compartiendo, porque de ahí se está construyendo una cosmovisión totalmente distinta, y es lo que tiene que ver, lo que también dije en la conferencia, un mundo cooperativo, solidario, altruista y compasivo. Digamos que esas cuatro características vienen marcando muy claramente la posibilidad de gobiernos totalmente distintos en nuestros países, por esos cuatro elementos forman parte de esa cosmovisión a la que tú haces referencia.

Ese choque de civilizaciones, como lo planteaba Samuel Huntington, ¿no supone un enfrentamiento inevitable entre los valores establecidos y los emergentes en esa «nueva civilización», que por demás es un asunto global?
Efectivamente, y Huntington lo dice mucho mejor que yo evidentemente, hay unos valores decrecientes y unos valores emergentes, valores fallecientes, digamos, del mundo en que nos encontramos, y unos valores emergentes que todavía no se manifiestan con claridad, pero que se van a venir manifestando en los próximos años, sobre todo por la tecnología, porque viene una nueva revolución tecnológica que va a afectar a la forma en la que vivimos, hacemos política, nos comunicamos, nos amamos, desarrollamos, incluso, nos morimos.
Entonces, es de tal magnitud esto, Yoni, que el riesgo que corremos tiene que ver con una Y en la que nos encontramos, una y griega que diríamos en España, la posibilidad de ir a una autocracia mucho más global, con principios dictatoriales en muchos países, (léase el caso de Putin, desde luego en Rusia, Nicaragua, Venezuela, Cuba), pero que eso se expanda a países en «la diáspora de este mundo», o, definitivamente, hacia gobiernos cooperativos, solidarios, altruistas, colaborativos y compasivos.
Yo creo que es el punto en el que nos encontramos, el riesgo en que nos encontramos, y la responsabilidad es de todos, es tú responsabilidad, es la mía, es la de cada uno de nosotros, que tenemos que empujar el barco, empujar el hombro para el lado de gobiernos de la luz, digamos, de la cooperación, de la colaboración. Mira, no podemos solos. Dominicana no puede sin Haití, y entender el problema migratorio de los haitianos sin entender que ustedes comparten una misma casa con dos habitaciones, es una locura. Pero no solo eso, Haití no puede sin Francia, Francia no puede sin Rusia, Rusia no puede sin España, España no puede sin Argentina, Argentina no puede sin Sudáfrica… el mundo es una ficción financiera, política, social, periodística en donde hemos inventado un sistema que ha llegado al agotamiento, y ese sistema está a punto de explotar. Dime una cosa, ¿cuántos países en el mundo hoy están en default económico? Me faltarían dedos en las manos (para enumerarlos). Hoy hay más de veinte países en el mundo con un default de deudas que los tiene atosigados. República Dominicana es uno de ellos. Estados Unidos, ¡son trillones de deuda¡ ¿Quién tiene la deuda americana? La tienen los chinos, pero eso no se dice, no se cuenta. Entonces, nosotros, si no le ponemos un alto a este devenir del mundo, nos vamos a estrellar.

¿Qué papel juega el consultor político, qué le aconseja al candidato o candidata hacia dónde debe dirigir su campaña?
No solo al candidato que dirige la campaña, sino, si gana, ese candidato o candidata luego te puedes quedar en el gobierno y ayudar. El consultor tiene una gran responsabilidad, nuestra industria es una industria que influye en la toma de decisiones, y que se ha equivocado mucho. Yo soy muy crítico con la industria, porque la tenemos que repensar, tal y cual la tenemos planteada hoy. Y la tenemos que repensar porque también el cambio, como dije en la conferencia, no empieza por el vecino, el cambio empieza por uno mismo. Y tenemos que repensar la responsabilidad que tenemos para asesorar a nuestros candidatos o a nuestros gobernantes.
El mundo está en un punto de transición, nuestros gobiernos son de transición, hay muchas incertezas, y yo creo que los consultores, la industria del marketing político, de la comunicación, que es el último eslabón, también (como lo dije el otro día, está la cultura, la política y luego la comunicación), podemos abonar a que la política entienda, y que la cultura entienda también los procesos de generación de comunicación y de sentimientos para llevar las políticas públicas a un sentido que resuelva la vida de la gente.
La gente lo que quiere es vivir mejor. La gente quiere estar bien. La gente quiere ser feliz, y los políticos muchas veces estorban, los consultores también. Por lo tanto, tenemos que aprender que eso es lo que hay que corregir.

Entonces ¿podríamos pensar que en un juicio imaginario a los malos gobiernos salen culpables también los consultores políticos que les han llevado a tomar malas decisiones?
Por supuesto. Es una responsabilidad también de los consultores. Esto es como el huevo y el tocino. La gallina cuando pone el huevo está implicada; el cerdo cuando pone el tocino, está involucrado. Los consultores estamos involucrados en los gobiernos, hermano, somos como el cerdo.
Usted habla de la denotación de las ideologías y de las creencias religiosas. ¿Ve algún planteamiento filosófico alternativo, la existencia de una construcción de un nuevo orden y sistema de creencias con base sólida para trascender en el tiempo?
No. Yo creo en algo que nosotros hemos denominado humanítica, que es la hija de la buena voluntad y el sentido común. La humanítica es poner la política en el centro de las personas, y a las personas en el centro de la política. La humanítica es entender que tú puedes venir de izquierda, de centro, de derecha, de tus pensamientos fuertes a una mesa de negociaciones donde, precisamente, abandonas tus pensamientos fuertes, ideológicos fundamentalmente, y desde el pensamiento débil, estás dispuesto a escuchar al otro para negociar y compartir soluciones que sean buenas para todos. Yo creo que esto es lo que tenemos que empujar. Creo que es un movimiento que tiene que ver con las personas, creo que es lo que están pidiendo las personas, y creo que es algo que ya vivimos en siglos anteriores, que vamos a tener que rescatar, con los matices de la modernidad o posmodernidad que ya estamos viviendo.
En nuestro país estamos en un ciclo de relevo, con el primer Presidente que nació luego de la tiranía de Trujillo, y que no tiene compromisos con el pasado. Y los líderes tradicionales están en franca decadencia. A eso se le suma esta crisis de la «nueva civilización». ¿Qué puede esperar República Dominicana en los años siguientes, en términos políticos?
El futuro es muy prominente, que tenemos una democracia demasiado estrecha para ese futuro tan grande, que si no nos ponemos activos los ciudadanos, los políticos solos no van a poder, y que las soluciones tienen que ser compartidas, más allá de las banderas, digamos, y de las fronteras que levantamos entre nuestros países.
Aquí hay una humanidad que está llegando a la extenuación. Lo pandémico no es producto de la casualidad, es fruto de muchos intereses y de muchas circunstancias de un mundo agotado, y evidentemente, si nosotros no aligeramos esa tensión, y no le buscamos unas salida con soluciones muy concretas, pues vamos a terminar reventando. Por lo tanto, este es un llamado también a todos a tomar conciencia de lo que nos está pasando, para intervenir con nuestras manos, nuestros corazones y nuestras mentes.
¿Significa entonces que en ese mundo que muere y ese mundo que nace, hay una oportunidad?
¡Claro, sin dudas! Hoy hay que ser más optimistas que nunca, que existen no solo una oportunidad, sino muchas oportunidades, que existen muchos trenes que van a pasar y que debemos estar muy listos para poderlos tomar. ¡Claro que sí Yoni! Por supuesto, el mundo sigue girando, pero lo veo con un optimismo total de que podemos enderezar algunas cosas de manera relevante e importante, nuestra generación, la tuya y la mía.
Marca, identidad, storytelling… ¿cómo se mezcla todo esto en un tiempo donde hablamos de metaverso? ¿No resulta esto en una absoluta deshumanización de la política?
Sí, más que una deshumanización lo que se está produciendo es pretender racionalizar los sentimientos a través de la tecnología. Yo creo que nosotros tenemos que sentimentalizar la razón, no a la inversa. Es un proceso que tenemos que trabajar, y desde luego, tenemos que humanizar la tecnología y no tecnologizar la humanidad. Digamos que estos dos conceptos para mí son torales para entender cuál es el trabajo que tenemos que hacer en los próximos años, y cuáles son los riesgos que también tenemos con el algoritmo y con lo que tú acabas de decir, no solo el metaverso, sino las historias que nos vamos a contar, lo que tú has llamado storytelling, y lo que significa esa nueva realidad virtual que se va a terminar imponiendo. Yo creo que si nosotros, como seres humanos, digamos, antes que llegue la huida humanoide, entendida como mitad máquina-mitad personas, logramos cuidar, respetar el corazón de nuestra esencia, el alma de nuestra esencia, nosotros vamos, como especie, a seguir existiendo y sobreviviendo. Si no lo hacemos, nos terminaremos extinguiendo. Ya se extinguieron los dinosaurios, las moscas de ojos grandes, hermano, ¡cuántos bichos no se han extinguido! Entonces, ¿por qué no nos vamos a extinguir nosotros si cometemos el error de pisarnos a nosotros mismos?
«Las campañas políticas que se están haciendo en República Dominicana no sirven para impulsar los cambios de ciclos que requerimos en nuestros países», ha dicho usted. ¿Cuáles son los principales fallos de esas campañas, en esta gestión de las estrategias políticas y de la comunicación?
Están basadas en la imagen en vez de la identidad, están basadas en el clientelismo en vez del metro cuadrado de las personas, que son sus necesidades; están basadas en la separación de las generaciones, en vez de la suma de las generaciones. Y están basadas en la inteligencia individual, que es la inteligencia tecnocerebral, que es la que hoy, como tú y yo estamos hablando aquí al través del teléfono, se requiere para ganar una elección. Entonces, son elecciones del pasado, elecciones que no van a tener mucha más vida, más allá de los próximos dos o tres períodos, y luego llegará una verdadera revolución, como en otros países, en República Dominicana.
Vemos muchas candidaturas que en lugar de propuestas, hacen fuerte en campaña sucia, contracampaña, campaña de contraste… ¿todo se vale?
La campaña de contraste no lo veo como campaña sucia. Las campañas sucias, prácticamente cada día están siendo más estériles. Evidentemente, si hay un árbitro electoral, no debería existir campaña sucia. Lo importante es que los árbitros sean árbitros, y piten faltas si hay faltas. Pero las campañas de contraste sí son buenas, porque estimulan la democracia, el contraste te permite decir lo que «yo soy», y lo que creo que «Yoni no es», pero lo dice de forma abierta, de campaña a campaña. Digamos que esa dinámica sí es importante porque estimula la democracia, y eso va a seguir existiendo porque viene el ADN de las democracias que hoy tenemos en la mayoría de nuestros países.

Por su experiencia dirigiendo tantas campañas en el mundo, usted conoce mejor que cualquiera el hecho de que, una vez en el poder, los políticos rara vez escuchan. ¿Qué puede hacer la sociedad para obligarlos a que efectivamente pongan a la gente en medio de las políticas?
El poder revela lo que uno es. Y generalmente cuando los políticos llegan al poder aumentan sus virtudes, pero también sus defectos. Si los defectos terminan comiéndose las virtudes es cuando candidatos o candidatas que llegan al poder nos hacen daño, porque ya vienen lastimados.
Lo que nosotros tenemos que hacer es no dejar en manos de los políticos las tomas de decisiones, por lo tanto, tenemos que buscar los mecanismos para participar en la toma de decisiones, es una responsabilidad de la gente. Tenemos derechos con nuestros gobiernos, pero sobre todo, tenemos obligaciones, y una de esas obligaciones es entender que tenemos, como te digo, participar en las tomas de decisiones. Y hoy la tecnología nos va a permitir claramente tomar, digamos, en la mano esa capacidad de asumir decisiones políticas más horizontales, en vez de tan verticales con los políticos. Ése es el camino, Yoni, es muy sencillo. Es la tecnología incorporada a las decisiones de la política.
El populismo, ¿bueno o malo, o ni una cosa o la otra?
Es el pasado. Ni bueno ni malo. El pasado.
Izquierda o derecha, centro, conservadores, radicales, moderados… ¿importa la ideología a la hora de evaluar los resultados de gestión de un gobierno?
No para evaluar la gestión, porque si ha gobernado bien no importa la ideología. Pero, como te dije antes, la ideología es el pan para hoy y el hambre para mañana. Hoy, prácticamente, la mayoría de los gobiernos son pragmáticos, que es un movimiento que viene de finales del siglo pasado, y ese pragmatismo va a dar paso o a las autocracias-dictaduras, o a lo colaborativo-cooperativo que te decía antes. Por lo tanto, cada vez son menos importantes los gobiernos ideológicos si no resuelven la vida de la gente. ¡La gente ya no come cuentos!
¿Cómo ve la relación tecnopolítica con los altos niveles de pobreza y subdesarrollo en gran parte de la mayoría de nuestros países?
Bueno, la tecnopolítica no es culpable de eso. La tecnopolítica puede ayudar a resolver parte de ese problema, que es la hambruna, el hambre. Hoy tenemos, por primera vez, la generación que tú y yo representamos básicamente, que es la que está en el poder, o va a estar en el poder en los próximos años, la capacidad técnica, tecnopolítica de resolver el hambre del mundo. Es simplemente una cuestión de voluntad política, para la mayoría de nuestros países.
¿Cuál es el candidato o candidata ideal para esta coyuntura de transición?
Mujeres u hombres asociados a los valores de lo femenino. Lo femenino y sus valores son los que van a primar en los próximos 100 años. Ese es el candidato o candidata ideal.
¿Podríamos esperar verlo trabajando con algún candidato dominicano para las próximas elecciones?
¡Sí, sí, claro! Y tengo mucho trabajo allá en República Dominicana. Estuve en las elecciones pasadas, acompañando a varios senadores que ganaron, y al propio Presidente, en la parte que me tocó, porque el consultor principal era Mauricio de Vengoechea, y, evidentemente, muy feliz y muy contento de cada vez que voy estar ayudando a varios clientes que tengo allí, que se están trabajando y preparando para las próximas elecciones.
Nuestro presidente Luis Abinader ha pedido «no mirar atrás». ¿Mirar o no mirar atrás?
Depende. Si le va bien, habrá sido buena decisión, si le va mal, habrá sido mala decisión. Macri, en Argentina, no miró para atrás ¡y le fue del culo!
¿Nos enumera cuatro aspectos indispensables en una campaña para este tiempo?
Uso de la tecnología, que es un elemento fundamental; tener un propósito, casuística digamos, es un segundo elemento fundamental; el tercero, saber contar la historia, y contar la historia es envolver los hechos de esa historia en el marco de las emociones, eso es fundamental; y lo cuarto, controlar el territorio, digamos, el nuevo territorio de la política, que no es el físico, sino el virtual. Son como los cuatro grandes elementos que tienen que ver con las campañas nuevas, es decir, inteligencia tecnocerebral, voto cerebral, no popular, plaza pública virtual, y la comunicación de los sentidos. Así es.