
Violencia social y política
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Los episodios de violencia social en la humanidad son tan viejos como nuestro paso por la tierra, es por eso que los distintos pueblos se han encargado de plasmarlo en sus historias y literaturas con numerosos ejemplos desde Caín y Abel hasta Rómulo y Remo. Donde hay agrupaciones, pueblos, gentilicios o cualquier gran cúmulo de personas ha sido costumbre que las diferencias lleven a la violencia en ciertas ocasiones resultando muchas veces en muertes trágicas.
La República Dominicana está viviendo episodios violentos que se escenifican en lugares de recreación, hogares, situaciones tan inverosímiles como el choque entre dos vehículos, partida de dominó o una discusión normal entre parejas que terminan en imágenes sangrientas en las noticias, situaciones que ha todas luces son nimiedades que pudieron haberse evitado.
La violencia es un fenómeno multifactorial y que pasa dentro de un estado, por lo que es más que lógico los pedidos de la población a los gobiernos para controlar los episodios violentos en situaciones o ambientes comunes.
El pedimento de mayor inversión de recursos humanos, monetarios y técnicos para la salud mental se ha vuelto un clamor en el pueblo dominicano. La gente pide a gritos a los legisladores de nuestro país que trabajen de verdad (para variar) y que movilicen diferentes proyectos de ley para resolver esta situación que ha surgido como una combustión espontánea en la psique de muchas personas, ciudadanos que son ejemplares terminan sacando un instinto asesino inesperado ante el más mínimo conflicto. El país ha tenido que ver con dolor en una semana la muerte de Manuel Duncan a manos de Félix Alburquerque, al joven José Ángel Ureña asesinar a su novia por una simple discusión, al policía de tránsito Esteban Javier Córdoba asesinar a su ex pareja, ex cuñada, ex suegra, un vecino y herir a su hijo solo porque no le permitieron llevarse al niño ya que estaba en estado de embriaguez.
La República Dominicana no puede seguir así, tiene que empezar ya desde los entes sociales, expertos en la materia y el gobierno central a pensar soluciones en conjunto para combatir esta terrible epidemia de violencia y sobre todo de cara a uno de los eventos sociales donde más conflictos se arman que son las elecciones.
La política se encuentra en una polarización inmensa en el mundo, ya sea entre ideologías, partidos, figuras políticas o entre civiles y el propio gobierno. Lo hemos visto con el asalto trumpista al Capitolio de los Estados Unidos, los enfrentamientos entre civiles y el gobierno en Kazajistán por los precios de los combustibles y los combates entre el gobierno haitiano y las bandas, ejemplos hay de sobra en el mundo y la República Dominicana no es ajena a esta dura realidad internacional. Dentro del plano político hemos tenido también episodios violentos ya sea muertes que se dan diferencias electorales entre ciudadanos o entre ciudadanos y políticos a lo largo de nuestra historia y sobre todo en el periodo de 1980 al 2004 que fue uno de los más violentos en ese plano, podemos recordar entre ellos la poblada del 84 y el tiroteo en el Congreso en 2003.
Las elecciones del 2024 se presumen que serán una de las más polarizadas, si la violencia que se vive en el país se extrapola a un evento como este podría ser catastrófico, personas armadas, discutiendo, muchas veces con tragos en la cabeza por la victoria o la derrota de su partido, crearán un ecosistema de episodios sangrientos para esas fechas.
Tenemos que unirnos como nación y no importa el partido que gobierne, la organización religiosa a la que pertenezcas o la actividad social que realices, pongamos nuestro granito de arena para disminuir la violencia en el país y que no se traslade tampoco a eventos sociales masivos como lo son unas elecciones en cualquier parte del mundo, porque sería una estocada mortal a la democracia y la sociedad dominicana.