
Violencia, feminicidios
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Desde que el mundo es mundo hay violencia. Nada nuevo bajo el sol. Cuidamos nuestro entorno, familia, propiedades al precio que sea. Desde que uno abre los ojos, enciende el celular o agarra un periódico impreso nos enteramos de nuevos casos de violencia que no cesan en cualquier lugar del mundo. No hay excepciones, no hay reglas ni distinción. Es un tema que desgasta y ahoga, pero con el que hay que aprender a vivir y caminar alerta.
En conversación con la antropóloga Tahira Vargas para el podcast «Cuarto de ensayo», sobre los índices de violencia, comentó: «El ser humano, según estudios antropológicos realizados en distintas sociedades, demostró que la violencia es construida socialmente en sociedades donde los conflictos se manejan con violencia. Sociedades de dominación y de ejercicio de poder vertical, patriarcal, pero hay otras sociedades donde no existe la violencia. Es parte de una construcción social que no está solo concentrada en los grupos más pobres. Hay grupos muy pobres que no tienen violencia».
En la sociedad dominicana, contó la especialista, la mayoría de las personas que agreden, asesinan, cometen feminicidios son hombres. A éstos se les educa socialmente para agredir, es una manera de reforzar su masculinidad y machismo. ¿Quiénes agreden? ¿Por qué agreden? Pues, se les motiva a través de la competencia de poder, se le reprime estrategias de comunicación afectiva y por eso se genera ese círculo de violencia, más en los hombres.
Añadió también, «en los estratos pobres se conocen más los casos de feminicidios y éstos tienen mucho que ver con todo el tema de la situación de la mujer y al hombre y su manejo en su ambiente social. En los estratos medios, o altos, no salen difundido en los medios. No siempre. Igual sucede con las mujeres que denuncian maltrato en estratos medios y altos porque nadie los ‘conoce’. En los barrios y traspatios todos se conocen».
Todos los casos de feminicidios en el país, según Tahira, han tenido una denuncia previa con orden de alejamiento, pero no seguimiento. Esa orden no es obedecida por el hombre, y continúa acercándose a los sitios donde va la mujer. Esa mujer pobre, desamparada es la principal víctima en nuestro país. En el país no hay sistema de respuesta a las víctimas. ¿Estamos previniendo estas desgracias? No. No se dedica recursos para hacer campañas educativas para romper esos círculos de violencia. Focalizar esos territorios donde hay más o menos violencia y trabajar con este asunto.
En ese sentido, los funcionarios en las fiscalías y autoridades tampoco tienen formación para atender debidamente a las niñas y mujeres que acuden cada día a denunciar maltrato y amenazas, porque la mujer es siempre la culpable de los problemas sociales, de esa violencia que se ejerce sobre nosotras, porque somos «provocadoras». Solo porque estamos rompiendo con los roles tradicionales, rompiendo con el patriarcado. Es una lógica de pensar que la mujer no tiene la razón, solo el hombre. Esta situación de violencia social o de feminicidios es en todo el mundo con ciertas diferencias.
Pero ¿qué sucede con la violencia de las calles, bandas y entorno disfuncional en muchos jóvenes? respondió la antropóloga Vargas, «la pobreza no es la responsable, es solo un factor que favorece la violencia por la desigualdad y por la misma violencia estructural. En una misma familia puede haber dos hermanos, uno delincuente y otro en la universidad. Y sí, hay valores, lo que pasa es que hay un tema de una sociedad que empuja hacia la búsqueda de dinero por redes ilícitas donde existe pautas de violencia. Las familias donde viven estos jóvenes son igual a otro tipo de familia donde hay jóvenes que no son delincuentes, y volvemos a la culpabilidad de la mujer, de la mujer. Se ha promovido que las familias donde la mujer está sola criando es la culpable. ¿Qué pasó con el padre?».
Nos falta mucho trabajo en nuestros barrios y promover programas de ofertas educativas y culturales.