
Feminicidios: justicia
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Nada ni nadie frena las ansias y el desquicio en aquellos hombres cuando deciden en su mente macabra cercenar la vida de su pareja o ex pareja. Igualmente, si lo comete una mujer, pero aquí los casos continúan siendo contados con los dedos en comparación con el otro lado de la historia. Solo en lo que va de este año 19 mujeres fueron asesinadas en manos de sus parejas o ex parejas. Casos de los que uno se entera, quizás hay más.
De acuerdo a datos del Ministerio Público desde el año 2005 al 2022, al menos 3,146 mujeres fueron asesinadas. De esa cifra, 1,640 fueron tipificados como feminicidios. El resto fueron catalogados como «homicidios de mujeres». Las estadísticas muestran que el año 2011 fue el más letal en cuánto a decesos de mujeres con 233, seguido por el año 2017 con 209 casos.
En la actualidad, en lo que va de este año 2023 según la ministra de la Mujer, Mayra Jiménez, 19 mujeres han perdido la vida en manos de sus parejas o ex parejas, aquí no está contabilizado el último y mediático caso de la joven Chantal Jiménez, que tanta agua ha dado de beber por la forma premeditada en que ocurrió, y las visibles fallas de la Fiscalía y el Ministerio Público en su proceso.
¿Qué ocurre, que nos pasa? ¿Qué hace el Ministerio de la Mujer al respecto? ¿Ministerio Público, Justicia? Poca cosa para eficientizar un proceso que inicia desde la denuncia y detención de un posible asesino, hasta su absurda e inexplicable liberación bajo tontos argumentos, sin supervisión ni seguimiento profesional. Lo que está ocurriendo con los asesinatos de las mujeres ya viene siendo desde hace tiempo un asunto de Estado, de Salud Pública en este país, pero a ningún gobierno le importa. Como dije, nadie frena un posible asesinato, ahora bien, debe haber políticas de Estado de garantías de seguridad para víctimas de maltrato y violencia. Por supuesto, una justicia que funcione desde que uno pone una denuncia o querella, seguimiento psicológico a las víctimas y familia y protección asistida. Demasiado pedir en un país sin políticas públicas eficientes con este tema.
Es terrible observar cada semana asesinatos a mansalva sin el más mínimo reparo ni pudor y una falta de protección terrible ante la víctima en plena acción, como fue el caso de la última mujer, convencida por una familia que tampoco la protegió. Como el caso de Esmeralda Richiez. Familias descompuestas.
En ese sentido, educar no solo es erradicar el machismo, el sentido de pertenencia de estos «machos» sino también, es vital educar desde las escuelas e instituciones. Educar a esa mujer a que abra los ojos y denuncie. La violencia de género está derivando en otras realidades terribles para nuestra sociedad: una gran cantidad de huérfanos que no saben qué harán con su vida ni quién se ocupará de ellos. Por eso es hora de educar a las niñas y jóvenes de este país, de denunciar los matrimonios o concubinatos desequilibrados de niñas con hombres maduros que sí existen y nadie dice nada. Es hora ya de una educación sexual abierta, diáfana y enseñar a nuestras mujeres a protegerse y a usar su prevención para salvar su salud física y mental.
¿Cuáles son los resultados de tanta inoperancia? Hijos huérfanos traumatizados que crecen en entornos complejos, difíciles, empujados por personas que ya no están para criar, y como consecuencia y ojalá equivocarme, serán los delincuentes del mañana. La desprotección, falta de garantías de una verdadera justicia frente al asesino es otro tema en el que hay que incidir de manera urgente.
Insisto, las mujeres necesitamos protección, prevención y justicia desde el Estado. Las familias también necesitan reeducarse y mejorar patrones de conducta. Como dije al principio, nada ni nadie frenará esta epidemia, pero puedo bajar el número de víctimas si todos hacemos nuestra parte.