
Violencia en escuelas públicas
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La violencia exacerbada que observamos a través de medios de comunicación tradicionales y sobre todo en redes sociales (inmediatez y morbo) en las escuelas públicas en distintos puntos del país no es nueva. Lo que es «novedad» es la intensidad de esa violencia que se ha diversificado a lo largo del tiempo. Antes era un trompón, empujón y algún que otro caso de bulling leve hacia un alumno. Hoy cualquier individuo cercena una parte de un brazo, se empuja y amenaza a un profesor, violación, se arranca de cuajo cabellos entre alumnas, ejecución de bailes demenciales y todo eso aderezado de palabras soeces, acciones que de inmediato son colgadas en las redes sociales para el disfrute y morbo de muchos descerebrados.
Visto lo visto, cualquier individuo llega a una escuela acompañado de un machete para dar lecciones de cercenar miembros del cuerpo sin desparpajo. No hay vigilancia policial, no hay control, autoridades que supervisen entrada y salidas de estudiantes en las escuelas públicas del país. Estos adolescentes cada día más furiosos, amargados y resentidos no tienen otra cosa que caerse a golpes, machetazos y desgreñarse en las aulas. Esos mismos adolescentes con machetes son los que han emigrado a otros países, por ejemplo, España y Estados Unidos, forman parte de bandas latinas, llamadas «Dominican Don’t Play», o «Los Trinitarios» donde en las escuelas públicas a las que acuden, la policía de esos países, han tenido que intervenir por reyertas con machetes entre ellos y otros, con muertos incluidos. Una situación que jamás se había visto antes. Son esos muchachos criados con abuelos o sin protección ni vigilancia de ningún tipo quienes infringen el terror a machetazos donde quiera que van.
Son esos muchachos criados en barrios, no todos, y en pueblos y municipios donde sus padres si es que tienen, que se crían solos sin orientación porque esos progenitores trabajan todo el día, los abuelos no siempre vigilan con la atención debida y son portadores de celulares con internet 24/7 sin supervisión. No estudian, no trabajan, ni tienen actividad extraescolar positiva. Pero cuando cometen una atrocidad como las que hemos visto, aparecen sus «padres» llorando como magdalenas porque tampoco éstos tienen la educación y herramientas necesarias para brindarles a esos vástagos. Ojo, muchos de ellos criados en entornos violentos, desestructurados y de abuso. Patrones que se repiten en casi todos los hechos sucedidos de violencia escolar.
En ese sentido, ¿dónde está la vigilancia policial y de autoridades del Ministerio de Educación en las entradas y salidas de las escuelas del país? ¿Acaso no nos importan éstos terribles hechos y lo minimizamos hablando de otros asuntos? ¿sabían ustedes que éstos menores que cometen actos tan deleznables son los asesinos de hoy, y de mañana?
Sabemos que el Ministerio de Educación es uno de los ministerios más politizados del gobierno, que vive constantemente en escándalos de licitaciones y material de libros, en pugna diaria con la Asociación de Maestros, porque éstos también tienen politizado todo lo que tocan, sumado a la eterna baja calidad de la enseñanza pública, pero todas estas situaciones dantescas tienen que tener un freno. Un freno de emergencia porque no es normal lo que está sucediendo en los planteles escolares públicos del país. Las autoridades de ayer y de hoy en este ministerio se han dormido de un lado, sin imaginarse el desorden que tienen del otro. No hay respeto, criterio, educación ni normas.
Por todas esas razones de violencia y esa bajísima calidad de la enseñanza el sector privado de educación se engrandece y afianza. Nadie con sentido común inscribe a un hijo en la enseñanza pública y eso es algo grave, que algún día debe cambiar. Antes, hace largas décadas esa esfera pública era distinta, otra cosa, existía la educación y las normas. Todo cambió y para mal.
¿Hasta cuándo Ministerio de Educación? ¿Por qué nos cuesta tanto elevar el nivel educativo público del país?