
Vale más prevenir
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El Partido Revolucionario Moderno ascendió al Poder en el 2020 en circunstancias doblemente extraordinarias: una de ellas, con incidencia mundial debido a la pandemia del Covid-19, y otra de carácter nacional, que en parte tuvo que ver con los movimientos populares que, si bien es cierto que no eran exclusivas de su agenda estratégica, fueron abrazadas por la organización debido a los dividendos que a futuro eso acarrearía a su favor. Y así fue. Esto último, se relaciona a lo que fue el fenómeno Marcha Verde, en el que participaron figuras de alto perfil de diferentes ámbitos profesionales, muchos de ellos integrados desde el 16 de agosto del referido año a la Administración Pública y otros en algún espacio hasta al día de hoy.
El PRM también abrazó con entusiasmo la marcha en defensa de la Constitución que movilizó a los seguidores de un Leonel Fernández aún en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), cuando el todopoderoso círculo de Danilo Medina –asesores, ministros y colaboradores– intentaron infructuosamente de modificar la Carta Magna, por segunda ocasión consecutiva, para revivir la figura de la reelección. La acción policial que se desplegó en los alrededores del Congreso Nacional en ese entonces, en el 2019, y los ataques a civiles y militantes políticos (inolvidable la triste escena que involucró al legendario Johnny Ventura), también fue fuertemente criticada por inoportuna e innecesaria.
Estar en el Poder obnubila, como se obnubilaron aquellos que se consideraban por encima de las leyes, la Constitución y hasta el Imperio mismo. Casi siempre, casi a todos se les olvida que hasta los gobiernos pasan, como decía un famosísimo comediante venezolano, una clara advertencia para quienes ascienden al Olimpo del gobierno y luego descienden a los infiernos de la humanidad. Todo esto a propósito de la conducta represiva por parte de las autoridades que usaron hasta gas lacrimógeno para dispersar a quienes participaban en una manifestación en los alrededores de la Casa Nacional del PLD. Agredir una sede de un partido de oposición, sobre todo en estos momentos cuando la temperatura política está en franco calentamiento, es una acción que, parafraseando a Temístocles Montás, «despertó un monstruo» y puede seguir incidiendo en calentar mucho más el caldeado clima que reina en estos días.
Debe ser el Gobierno el más interesado en que se respete el derecho de todo ciudadano, a protestar pacíficamente ya sea por lo que sea. Deben ser los organismos militares y de inteligencia los más sensatos en prevenir cualquier hecho lamentable que salpique a cualquiera de los Poderes que sustentan los cimientos de la democracia dominicana. Y quien sale a las calles a protestar, también debe estar consciente que debe respetar el orden público y la seguridad ciudadana. Ojalá y el clima político no siga enrareciéndose, que la bruma de la oscuridad no perturbe el buen juicio y el criterio de quienes nos dirigen como nación.