¿Trump?
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A pesar de estar acusado de 91 delitos (casi nada) el expresidente Donald Trump tiene pretensiones de regresar a la Casa Blanca y al parecer, lo conseguirá. Basta escuchar sus arengas, conspiraciones y mentiras que emanan de su boca en sus mítines de campaña allí donde va, no importa el lugar ni la hora. Nada ni nadie lo frena. Sus seguidores enloquecidos que actúan como manadas, creen todos sus inventos y predicciones como si fuese un iluminado o un ser superior.
Ese hombre que incluso hoy, aún no acepta que perdió las elecciones y envalentonó desde sus distintas tribunas a grupo de fanáticos furibundos el asalto al mismísimo Capitolio de los Estados Unidos en el año 2021 como acto de rebeldía. Una locura que costó vidas humanas y violación a los derechos democráticos de ese país. Al parecer, sus acólitos ya no recuerdan o sencillamente «no ocurrió».
Trump actúa como si nada ocurriera. En estas últimas semanas se han llevado a cabo los famosos caucus en distintos estados del país. Durante este período cayeron los principales rivales de Trump dentro del partido republicano a la presidencia: Ron DeSantis, gobernador de Florida; Vivek Ramaswamy, empresario y el ex gobernador de Arkansas; Asa Hutchinson. Solo queda Nikky Haley, quien aún no tira la toalla para ser la candidata presidencial y el mismo Donald Trump que ha logrado victorias, pero no arrasa. De hecho, él se impuso a la ex gobernadora de Carolina Sur, Nikky Haley en las primarias de New Hamsphire, la semana pasada. Aún Nikky resiste.
La también ex embajadora de la ONU, Nikky Haley decidió continuar la batalla por dura que pueda ser. De hecho, Donald Trump está intentando intimidar a Haley a que abandone la carrera presidencial del partido republicano. Advierte a los donantes que contribuyan a la ex gobernadora de Carolina del Sur de que serán condenados al ostracismo. Los partidarios de Trump lanzaron un intento de sacudir al Comité Nacional Republicano para que lo ungiera presunto nominado después de solo dos carreras estatales, hasta que Trump dio marcha atrás en medio de la preocupación de sus aliados de que podría ser contraproducente.
Por su parte, entre los críticos de Trump, su comportamiento está despertando nuevas preocupaciones de que su potencial mandato podría significar un amanecer de la autocracia en el Despacho Oval. Y el deseo de Trump de presionar a Haley para que abandone después de solo dos contiendas, mientras lleva la delantera en el recuento de delegados 32 a 17 de los 1,215 necesarios para la corona del Partido Republicano, es coherentes con su falta de respeto por los procesos democráticos.
El expresidente no oculta sus intenciones. Advierte con frecuencia, por ejemplo, que dedicaría un segundo mandato a imponer «castigo a sus enemigos». Casi todos los días exige plena inmunidad penal para los presidentes, en parte como un esfuerzo para evitar ser procesado por su intento de anular las elecciones de 2020, pero también para permitirle comportarte exactamente como le plazca en un posible segundo mandato sin riesgo de consecuencias.
Según el analista político Stephen Collinson, «los instintos autocráticos de Trump son una de las razones por las que las próximas elecciones prometen ser una de las más aciagas de la historia moderna de los Estados Unidos. Pero también hay riesgos para Trump en su enfoque truculento. Si se lanza en tromba, podría confirmar los argumentos de Biden de que pondría en peligro la democracia si es elegido para un segundo mandato en noviembre.
Y el enfoque intimidatorio y el lenguaje sexista que está utilizando hacia Haley podrían alejar a algunos de los votantes más moderados, independientes y suburbanos que ella está atrayendo en las primarias del Partido Republicano». Dijo también que «estos son exactamente los tipos de votantes que Trump alienó en su derrota del 2020. Si quiere ganar otro mandato, debe al menos mitigar su déficit frente a Biden entre este grupo en noviembre».