
Transfuguismo: «tó e’ tó, y ná e’ ná»
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Lo peor que le puede pasar a una sociedad es normalizar las malas prácticas, los antivalores.
La nuestra, muy a pesar de lo que muchos quisiéramos, ha optado por normalizar hasta la corrupción. Aquí se “perrea” todo. Desde la música hasta la política. Y hemos aceptado que “tó e tó, y ná e ná”, o peor, el “dame lo mío”, frases que contienen en sí la derrota de las posturas honestas y decentes que debían exhibirse como valores aspiracionales de todos.
El transfuguismo es una de esas prácticas perniciosas y que desnudan la falsía de muchos enganchados a la política solo para el provecho personal y para buscar allí lo que en la vida profesional y común no han sido capaces. Por eso, ante la menor oportunidad de hallar mejor oferta a su militancia, se van con cualquiera, no importa si es con el que antes se enfrentó con los peores denuestos y etiquetas. El que antes era malo, ahora es un líder.
Lo visto en los últimos meses así lo demuestra. Gente que se pasa del PLD al PRM tan fácil como ir al ropero y cambiarse una camisa o una blusa. Gente que se va del PRM a la FP, porque no le dieron lo que querían, o simplemente porque su paso por alguna posición no le permitió robar lo que tenía en agenda, o talvez, su accionar político es tan mediocre que tienen clarísimo no obtendrán una candidatura ni siquiera a alcalde pedáneo. Y se van al candidato que “huela a Presidente”, al que consideren tiene mayores posibilidades en la oposición y le ofrezca el mejor precio por su «liderazgo».
Esos son lo peor de la fauna política nuestra. Son esos para los que la moral es un bien canjeable.
Lamentablemente, la época de zafra está activa, como pasa cada cuatro años, en el tiempo que antecede a las elecciones.
Los partidos pasan a hacer tareas similares a los camiones que recogen los desechos por las calles de la ciudad, solo que en lugar de llevarlos al vertedero, los reciclan, los lavan y los perfuman, para reusarlos, para subir puntos imaginarios a sus candidaturas. ¡Todo vale, cambalache! Al final, no importa si tiene o no colas, pues nadie se las va a pisar, porque a nadie le importa. Solo importa que suma un voto.