
Transfuguismo, ausencia de ideología en la política y la búsqueda de «lo mío»
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En los actuales momentos se ha incrementado un fenómeno político que ha sido tradicional en la política dominicana: el transfuguismo. La enciclopedia de economía política define esa actuación de la forma siguiente: «El fenómeno del transfuguismo consiste en que una persona abandona el partido político o la organización en que se encuentra y se incorpora a otra diferente por intereses personales. Es decir, se cambia de fuerza política como parte de una estrategia para conseguir un objetivo mayor».
El hecho de que dirigentes o militantes de un partido se pasen a otro por beneficios personales ha sido casi una norma en todos los procesos electorales. Ese accionar se produjo incluso durante los tiempos de la dictadura trujillista, cuando algunos antiguos luchadores anti-trujilllistas se pasaron al bando de la dictadura ya sea porque fueron comprados con cargos o, en el peor de los casos, porque eran amenazados de muerte.
En la etapa política funesta de los 12 años de gobierno del doctor Joaquín Balaguer se produjeron casos emblemáticos, desde el punto de vista negativo, de destacados dirigentes del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) que fueron duramente atacados y maltratados por el gobierno balaguerista, y luego pasaron a ser de los principales defensores de ese régimen conculcador de los derechos humanos. Uno de esos casos fue el del doctor Pablo Rafael Casimiro Castro, un histórico dirigente del PRD, aguerrido combatiente anti-balaguerista, que fue impedido de hablar por los medios de comunicación y que incluso fue objeto de un atentado criminal por parte de las huestes balagueristas que estuvo a punto de costarle la vida y que lo marcó para siempre. Por obra del transfuguismo, a finales de su carrera política, Casimiro Castro se pasó al reformismo y fue funcionario de Balaguer por muchos años.
La esencia del transfuguismo
En sentido general, el transfuguismo se produce no por asuntos ideológicos, sino por situaciones de provecho personal. Todo militante o dirigente político tiene el derecho constitucional de renunciar al partido que pertenece e irse a otro. Pero son raros los casos en la política dominicana, sobretodo en tiempos de proceso electorales, donde alguna figura importante de un partido se vaya a otro partido por diferencias de ideología o de visión programática.
Solamente en la izquierda revolucionaria dominicana en las décadas de los 60, 70, 80 y hasta los 90, se produjeron renuncias importantes de algunos dirigentes de partidos progresistas que abandonaban las organizaciones en que militaban y se iban a otra fuerza de izquierda por diferencias ideológicas. En esos casos no se puede hablar de transfuguismo pues no habían cuestiones de dinero o de beneficios personales. La izquierda dominicana nunca fue un puente para hacer rico o beneficiar económicamente a ningún dirigente, pues la motivación del ejercicio político era alcanzar el poder para producir los cambios revolucionarios necesarios en la sociedad.

El transfuguismo de este tiempo
En la historia política moderna, el proceso del transfuguismo es propio de los partidos del sistema, los llamados partidos tradicionales, o los que no tienen ideología de cambio revolucionario. Y se ha dado, básicamente, entre los principales partidos del sistema que han gobernado la República Dominicana desde 1966 hasta la actualidad: el Partido Reformista, el PRD y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD). A ellos tres ahora se suman ahora el PRM, que es una división del PRD que lo ha superado, y la Fuerza del Pueblo, que es una división del PLD que pretende superarlo.
El transfuguismo es básicamente impulsado por el partido que está en el gobierno, pues como maneja el presupuesto del país, tiene todas las posibilidades de «convencer y/o entenderse» con los dirigentes o representantes congresuales o municipales de los partidos de oposición. Por eso, en la actualidad vemos como el PRM y el gobierno están en una cacería de alcaldes de los partidos de la oposición en toda la geografía nacional.
Sin embargo, este tiempo presenta una característica especial. Como en el panorama electoral se vislumbra que habrán tres bloques con posibilidades de ganar en el 2024, el transfuguismo se ha convertido en una especie de moda, donde se ve partir dirigentes importantes de cualquier de esos tres partidos para irse a otro diferente, sin importar en nada ni la ideología ni la visión programática.
Todos los días es noticia que dirigentes del PLD se van para el PRM o para la Fuerza del Pueblo, o viceversa, que dirigentes de esos dos partidos se van para el PLD. Ya no es sorpresa ningún paso de nadie de uno a otro partido. En los actuales momentos el nivel que alcanza el transfuguismo es mayor pues ya no existe criterio ideológico, no importan los fundamentos programáticos, no se toman en consideración la posición de los partidos frente a los diversos problemas nacionales, para dar el tránsito de un partido a otro. Solo importa lo que se ofrece para beneficio de quienes dan el paso, ya sea con prebendas en el presente o con promesas de cargos en el futuro.

Un caso que sorprende y llama a reflexión
Hace dos semanas se produjo un caso de transfuguismo que creó una gran sorpresa y, al mismo tiempo, mostró cuan debilitado está el accionar político basado en los principios y la ideología. Se trata de la renuncia del PLD de Julio César Valentín, miembro de su Comité Político y un expresidente de la Cámara de Diputados. Su renuncia se produjo después que el candidato que Valentín apoyaba en la consulta interna del partido, Francisco Domínguez Brito, no saliera ganador en esa contienda.
Valentín no es un político común y corriente. Es un destacado intelectual, un hombre de ideas muy progresistas, un estudioso de la política y un firme luchador por causas justas y nobles. Pasó de la izquierda revolucionaria al PLD y era un gran aliado de las fuerzas progresistas del continente. Por eso sorprendió mucho su renuncia de la organización, pues en no se conocían cuestionamientos suyos a los principios o a la ideología política que sustenta el PLD, que sigue siendo un partido progresista.
Y lo que llama a una profunda reflexión es lo que se dice sobre las verdaderas razones de Julio César Valentín para renunciar del PLD, y que esa renuncia se haya producido junto con un grupo de funcionarios municipales que se rumora han negociado con el gobierno sus puestos actuales y algunas ayudas económicas especiales. Valentín no se merecía eso. Para un político de su dimensión, es una pena que problemas de rechazo a otro líder o situaciones personales, sean las causas de una importante decisión política. Y eso que sucedió con Valentín es solo una muestra de cómo seguirá ganando terreno el transfuguismo, durante todo el tiempo que falta de aquí a las elecciones de mayo del 2024. Y ese es un mal síntoma para la fortaleza del sistema de partidos en nuestra nación.