No es juego de persuasión y percepción
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Muchos partidos políticos y candidatos entienden que las elecciones se ganan con encuestas y no en las urnas. Hacer un juego de persuasión y percepción es la especialidad de muchos políticos, sin embargo, dominan aquellos que intuyen los factores que motivan el conocimiento y la decisión de la ciudadanía; quienes desarrollan tácticas encaminadas a persuadir a los electores por todos los espacios tierra, mar y aire y están al corriente que la mejor opción es aplicar la agenda de la discusión.
Vencen aquellos políticos y partidos que entiendan que la tecnología y la innovación son hoy aliados y parte fundamental del proceso electoral, y quienes están preparados para defender el voto de sus electores en las urnas. Los que no conciban lo anterior seguirán siendo ganadores de encuestas y perdedores en las urnas.
El juego de la democracia no existiera sino participan perdedores y ganadores de unas elecciones, los triunfadores sólo representan un lado del pastel; sin importar el nivel de elección en que participe el candidato o el partido político, son esas derrotas electorales que dan legitimidad política a la victoria electoral. Hoy en el mundo está más que comprobado que el valor de la democracia se expresa en la renovación de la dirección de los estados.
Concluido el proceso electoral, los ciudadanos que votan a un candidato perdedor, o en blanco o anulan su voto, o no asisten a votar, tienen menos estímulos que los ganadores para apoyar un régimen, en el que las principales instituciones están dirigidas por actores políticos que no son sus preferidos. Sin embargo, los vencedores deberán administrar el Estado con responsabilidad y trabajar por el bien común, para toda la ciudadanía, no únicamente para quienes lo escogieron.
El juego de la democracia establece que los ciudadanos que hayan alcanzado la mayoría de edad, sin distinción de raza, religión, situación económica, sexo, deben gozar de todos los derechos políticos, expresar su propia opinión o elegir a quien la expresará por él, votar según su opinión formada de la manera más independiente.
Asimismo, este juego deja claro la libre competencia entre grupos políticos organizados, ya que ninguna decisión tomada por mayoría debe limitar los derechos de la minoría, «particularmente el derecho a convertirse, en mayoría en equivalencia de condiciones». La «democracia son (deben ser) iguales todos los ciudadanos».
El principio de equivalencia democrática, precisa una condición de paridad, el voto de todos los ciudadanos tiene similar peso e incidencia en la formación de la representación política, a los electores hay que tratarlos con respeto e igualdad no sólo al momento de depositar su voto en la urna que le idéntica con cualquier fuerza política, sino hasta el final del proceso electoral, cuando los votos se transforman en posición.
Norberto Bobbio en su publicación Teoría general de la política, dice que el juego democrático establece la forma de llegar a la decisión política, no qué cosa se debe decidir, en ese sentido, los candidatos y partidos políticos ganadores de un proceso electoral, deben respetar la determinación de una minoría que no se vio representada en ella y trabajar para todos, sin ningún tipo de distinción.
Aunque las reglas de la democracia son fáciles de enumerar y difícil de aplicar. Los ganadores se diferencian de los perdedores porque saben quiénes y cuáles son esos iguales, observan lo bueno que hacen los demás. Toman decisiones de forma consciente, sin manipulación, ni por un juego de persuasión o percepción visual o auditiva, como lo hacen los políticos perdedores que atacan por atacar, sin investigar, sin mensajes que ofrecer, son prepotentes, triunfalistas, gana en redes sociales gastan en simulación y descuidan las urnas.
La lógica democrática y un liderazgo con madurez se prepara con tiempo, trabaja en equipo disciplinadamente, actúa con la razón y la emoción para invitar al electorado a ejercer un voto sensato y reflexivo, en el que prime la conciencia. Al fin y al cabo, las elecciones se ganan en las urnas y no con encuestas.
La democracia necesita lealtad a las reglas de juego de parte de todos los actores, gobernantes, oposición y una sociedad civil vigilante.
¿En qué lado está usted, como perdedor o ganador?