Navidad de progreso, paz y prosperidad
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Los seres humanos hemos convertido la Navidad en un gran mercado de consumo, donde lo más importante es comprar… comprar y comprar, pensándose que en la adquisición de bienes, ingerir alimentos en abundancia, ir a fiesta, tomar hasta emborracharse, el no escuchar mensajes llenos de hipocresía de una clase política que durante todo el año nos llenan de promesas, dándonos supuesta esperanza de mejora y cuantas cosas se les ocurre o irse de viaje para disfrutar unas vacaciones está la alegría de esta festividad. La Navidad no es esto, su verdadera esencia es el nacimiento del Niño Jesús.
Los políticos en esta época hablan mucho de paz, amor, progreso, nos ofrecen mensajes optimistas, mientras otros expresan deseos de mejoras económicas y prosperidad. Y es que esta es una temporada de unión familiar, amor, amistad, disfrute, gozo y espera. Comúnmente los líderes partidarios envíen regalos, mensajes afectuosos, abrazos y deseos de sus sinceras felicitaciones a todos los dominicanos. ¡Una feliz Navidad y un venturoso Año Nuevo!, frases con las que comúnmente cierran sus discursos.
Estos mensajes deseando parabienes y haciendo un llamado a la reflexión, no es más que discurso demagogo, tratando de hacerse gracioso para conseguir el favor del electorado. Cabe recordar que el país está en la antesala de un proceso electoral municipal, a desarrollarse en febrero próximo, y qué mejor escenario para sensibilizar, adentrarse en la mente y corazón de la ciudadanía en torno a su propósito electorero, como una forma de gritar voten por mi…y voten por mi.
Ahora bien, qué felicidad y qué tan optimista puede ser una ciudadanía que la llenan de engañosos discursos y promesas falsas. En día paso el presidente de la república Luis Abinader conminó a la clase política a que haga una pausa por las festividades de Navidad; hasta donde cumplieron ese compromiso de palabra que aceptó la dirigencia política a esta importante propuesta de nuestro primer mandatario. Pasó lo mismo de siempre, se quedó simplemente en «palabras… palabras… tan solo palabras hay entre los dos», inmediatamente se paran frente a un micrófono o en sus cuentas en redes sociales, se olvidan de las navidades y comienza la arenga politiquera, promesas…deseos y más deseos de lo que quiero y voy hacer si llego al poder.
La clase política en vez de ver la esencia de esta época –nacimiento de Jesús–, solo hablan de la necesidad de echar adelante y construir un mejor país, simple promesa de campaña. Decir por ejemplo que «no hay tregua para la solidaridad, para la compasión, para el amor al prójimo, para el servicio… en esta época festiva… llena de…compromiso y de voluntad de echar hacia adelante el país… podemos construir la República Dominicana que nos merecemos y de la que nos sintamos orgullosos. ¡Felicidades y a tirar pa’ lante!». Esa es y serán palabras de políticos que quieren llegar al poder a como dé lugar con un discurso un tanto agotado.
La Navidad para los cristianos es celebrar el nacimiento de Jesús, la salvación de Dios que se «hace uno de nosotros encarnándose en el niño Jesús, vino al mundo y se pone en medio de la humanidad con el fin de redimirla». Este es el principal motivo de gozo, porque nuestro Padre se forjó cercano, sin renunciar y negar a esta humanidad cada vez más rebelde y carente de fe. Dios entra en este mundo para darnos a conocer su proyecto de amor, aprehender nuestros corazones enseñándonos que la abundancia se consigue en servir, amar y la solidaridad con los demás.
Este niño que vino al mundo en extrema pobreza, nació en un pesebre, en sencillez, fragilidad y rodeado con el amor de sus padres José y María. Brotó con la alegría de traer a la humanidad una nueva vida, envuelta no en compras, teneres, alegría pasajera y promesas de políticos que al llegar al poder se olvidan de aquellos que pasan hambre, que viven en las calles y sin tener cubiertas sus necesidades básicas. La auténtica Navidad invita a la gente a reconocer, amar a Dios y hacer que cada día el mundo sea más humano, solidario y justo para todos. No a una perorata.