Campaña sin pena ni gloria
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Faltando apenas doce días para el final de la campaña electoral 2024, bautizada por muchos como aburrida, sosa y desabrida. Es preciso aclarar que la poca sazón del proceso, no obedece a la falta de caravaneos, bandereos, sancochos o las estridencias de las discolights, esas arcaicas y carnavalescas costumbres se mantienen, el sopor es producido por la repetición constante de las mismas y eternas promesas.
Una campaña electoral con candidatos sin mucho que ofrecer, caras repetidas, improvisación, carencia de argumentos, un marketing electoral sin contenido importante y democrático, pero con calles y carreteras estampadas de pancartas, afiches, publicidad en redes sociales y medios de comunicación con toda clase de propaganda política visual, radial y televisiva, claro, sin quedarse los mítines, caravanas y comelonas con sus fiestas colectivas para celebrar, ah… algo bueno la integración de la juventud con candidaturas que pretende relevar la vieja guardia y dueños de los partidos políticas.
Creo que, en lugar del concierto de promesas vacías, sacadas de un guion para sonar y caer bien a electores, fuera más interesante escuchar propuestas para eficientizar el Estado, aunque no fueran populistas ni del agrado de ciertos sectores, pero que si ayuden a mejorar los indicadores de desarrollo del país. De ahí que todo lo relacionado a la opaca campaña resultaría un chiste, a no ser por el hecho de lo costosa de la misma y que –en gran parte– es pagada con recursos del contribuyente.
Publicidad intensa en todos los medios comunicación, sin la ciudadanía tener forma de calcular –con precisión– la inversión que hacen los candidatos para promoverse y lograr colocarse en la preferencia electoral.
Qué distinto fuera si nuestros políticos concentraran sus esfuerzos en buscar soluciones a los males que aquejan a la población y aunaran voluntades para la consecución de planes que sirvan para relanzar los precarios sistemas de educación, salud, transporte, aspectos fundamentales en una sociedad y que han sido prometidos e incumplidos, campaña tras campaña. Aunque cabe aclarar que esta administración está animada y –aparentemente– tiene la voluntad política de trabajar con responsabilidad para alcanzar un mejor nivel en estos renglones mencionados, pero aún «falta mucho por hacer», apenas van tres años y meses en la dirección del Estado y son muchos años de atraso.
Que diferente sería escuchar a los políticos siendo autocríticos, reconocer errores y, por ejemplo, admitir que las Pruebas Nacionales no llenaron su cometido y en lo adelante dejarán de gastar decenas de millones de pesos en ese concepto. Que, además, no se gastará recursos públicos en obras sin sentido y sin ningún uso como el parqueo de la UASD, valorado en mil millones de pesos o en la Terminal Interurbana de Autobuses en Santo Domingo Este, con un costo superior a los 700 millones de pesos. Cabe acotar nuevamente, que esos desvaríos en antojadizas tomas de decisiones son pagados con nuestros recursos.
Sin embargo, al analizar el entusiasmo con el que los políticos y candidatos comúnmente asumen las elecciones dominicanas, no se aprecia suficiente impulso, podría afirmar que una de las acciones positivas puesto en marcha con especial interés ha sido la aceptación y participación –por primera vez en la historia electoral dominicana– del presidente Luis Abinader en el debate organizado por la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE), en la que asistieron los candidatos presidenciales Abel Martínez del PLD y Leonel Fernández de la Fuerza del Pueblo. Un acontecimiento inédito que aportó un nuevo matiz a la campaña electoral de 2024.
El debate electoral no debe ser una novedad, los candidatos deberían considerar las campañas como el espacio privilegiado para que el elector pueda participar, convencerse, valorar y escoger entre las opciones políticas, reitero este correspondería ser el momento idóneo para que la ciudadanía formule sus solicitudes, cimente su esperanza, escuche las propuestas y compromisos de sus aspirantes para que ejerza su voto de forma independiente y consciente.
No obstante –lamentablemente– las campañas electorales se han constituido en escenarios para aparentar, manipular, para banalidades, mentiras, integridad, descalificación del oponente, populismo y simular tener grandes habilidades, capacidades y honorabilidad para desempeñar la posición que se aspira. Vaya manera que tienen los candidatos para ganar el voto en estos tiempos.