Mujer y política
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La Junta Central Electoral carga pesado en su peregrinaje hacia un destino al que no acaba de llegar. La cuota del 40-60, distribución de las candidaturas reservadas a las mujeres y hombres, respectivamente, impone un esfuerzo extraordinario para aquellos partidos que a veces ni para el segundo segmento les resulta fácil completar.
Este año se vuelve a presentar un problema casi insalvable: las mujeres, a partir de experiencias traumáticas –y la falta de apoyo económico por parte de las organizaciones es una de las principales causas– muestran resistencia a asumir candidaturas, participar de los procesos internos y hasta rehúyen de ocupar un espacio en la boleta a través de las cuotas de las reservas.
Román Jáquez Liranzo, presidente del pleno de la JCE, mantiene su firmeza para lograr que los partidos se aferren a los preceptos de la ley. Una quimera, incluso para partidos mayoritarios que confrontan serias dificultades para cerrar en números azules la distribución equitativa de los puestos, sobre todo, en lo que se refiere al nivel de los diputados. La Junta concedió una prórroga a los partidos para que cierren satisfactoriamente el proceso de inscripción de sus candidaturas.
Todas las políticas consultadas por País Político en un reportaje que se publica en esta edición, coinciden en las desigualdades de competencia que deben enfrentar en una campaña que favorece en gran medida a los hombres. Ellas insisten en que el sistema no garantiza un tratamiento mínimamente igualitario que les permita abrazar con determinación la defensa de una candidatura, recorrer un tortuoso y desafiante trayecto hacia las urnas, guardando la esperanza que pudieran resultar ganadoras, mas cuando hacen el trabajo que pueda asegurarle la victoria.
Estas diferencias son todavía más acentuadas cuando el partido está en el poder. Persiste la idea, con sobrada razón, que ciertas candidatas gozan de un favoritismo que las acerca a un mayor nivel de probabilidad de tener éxito en la carrera. Hoy, el desánimo es dueño de una gran cantidad de políticas o potenciales candidatas que desistieron de la idea, de aceptar la invitación de muchas organizaciones que anhelaban conformar sus boletas a partir de la credibilidad personal y profesional que estas mujeres impregnarían a sus propuestas.
La cuota del 40-60 va en una ruta peligrosa, una cifra que en teoría se aprecia como un gran triunfo de las mujeres, no tanto así en la práctica.