Más jóvenes a la política
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Aunque hace unos años muchos decían que a la juventud no le interesaba la política, la Marcha Verde y las protestas de la Plaza de la Bandera demostraron que no es así, que la juventud sí está pendiente, interesada y participa de la actividad política y los procesos de luchas sociales.
En los últimos años, ha habido un inucitado interés de participación de los jóvenes, no solo en los partidos, sino en diferentes instancias de la sociedad civil.
Según UNICEF, el interés por la participación política de los jóvenes parte, «en primer lugar, de una mayor conciencia de la sociedad actual sobre el derecho de la infancia y la juventud a ser escuchados. Algo que representa un cambio de paradigma en la manera en la que la sociedad adulta observa el papel de los jóvenes: de considerarlos como meros “adultos en espera” a entender su papel como elementos activos del cambio social».
Esto explica por qué es importante, entonces, que los partidos hagan fácil la participación de la juventud, no solo acogiendo a los que llegan motu proprio, sino estableciendo estrategias que incentiven el interés de ese fundamental segmento poblacional a organizarse temprano, ayudando desde la formación política y cívica a la construcción no solo de potenciales nuevos militantes y dirigentes políticos, sino mejores ciudadanos, comprometidos con el desarrollo y el amor a la Patria.
La juventud, motor de las más hermosas jornadas históricas por la libertad y las conquistas de reinvindicaciones en todas partes del mundo, no puede ni debe mantenerse al margen de las estructuras partidarias, que al final, en los sistemas democráticos son quienes toman las decisiones que afectan a todos.
Este es el tiempo en que los viejos dirigentes, de cara a este ciclo de relevo generacional, deben servir como soporte y canalizadores de los sueños y aspiraciones de los jóvenes, quitarles las trabas tradicionales que ha elevado siempre el costo para ellos poder ascender a posiciones de importancia, aún cuando estén aptos para ello.
La nueva generación de políticos debía instalarse con su visión de presente y futuro, que a menudo ellos entienden mejor que los mayores, y tomando del pasado las enseñanzas positivas de quienes les anteceden, pero sobre todo, desterrando las mañas, el estilo de trabajo basado en querer perpetuarse en los órganos de dirección, creyéndose imprescindibles.