
El canal de la discordia
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Rara vez los países que hacen frontera conviven sin lidiar con conflictos derivados de las particularidades propias de esa condición política-geográfica.
La historia de República Dominicana y el vecino Haití está plagada de conflictos y malquerencias. En ese traginar de la historia de nuestros dos países, Haití ha agredido la soberanía de nuestro país en múltiples ocasiones. Como es natural, el pueblo dominicano siempre ha respondido con valor y determinación, manteniendo, no obstante, un sentimiento de hermandad entre las poblaciones de ambos lados de la frontera.
Actualmente, las relaciones entre ambos países vuelven a estar en el centro de la atención debido a la crisis desencadenada por la construcción ilegal de un canal en el río Dajabón. Esta controversia, que ha desatado preocupaciones en toda la región, ha llevado al Presidente Luis Abinader a intervenir ante la Asamblea de las Naciones Unidas con la finalidad de buscar una solución pacífica y duradera al impasse provocado por la construcción ilegal del canal que pretende desviar las aguas del río Masacre a tierras privadas en el lado haitiano.
El canal, que se ubica en una región altamente sensible desde el punto de vista ambiental, ha suscitado preocupaciones sobre la preservación de los recursos naturales compartidos, como el agua y la biodiversidad. La manera desafiante e imprudente de la parte haitiana ha obligado a nuestro Gobierno a tomar medidas contundentes para encarar la situación, sin dejar de lado el diálogo bilateral.
El presidente Abinader aprovechó su participación en la Asamblea General de la ONU para instar a Haití a buscar una solución pacífica a través del diálogo y el respeto mutuo. También expresó la disposición de nuesro país de trabajar conjuntamente en la gestión sostenible de los recursos compartidos, como el río Dajabón.
El ambiente social y político en Haití ha añadido complejidad a esta crisis fronteriza. Durante años, Haití ha enfrentado inestabilidad política, desastres naturales y desafíos económicos. La falta de gobernabilidad y recursos ha dificultado su capacidad para abordar asuntos fronterizos de manera efectiva. Esto ha llevado a un mayor descontento entre la población haitiana, que busca mejores condiciones de vida.
Para encontrar soluciones al conflicto es esencial abordar tanto las preocupaciones ambientales como las sociales y políticas. República Dominicana y Haití deben establecer un diálogo constante y efectivo, basado en el respeto y el interés de resolver la disputa sobre el canal y otros problemas fronterizos.
La solución ideal para las dos naciones sería trabajar juntas en la resoluciones a la crítica situación ambiental de la frontera, de manera que las poblaciones de ambos lados se beneficien por igual.
La comunidad internacional tiene el deber moral de ayudar a Haití otorgando asistencia humanitaria y promoviendo una agenda de desarrollo económico duradero, pacificar el país y garantizar su estabilidad política. Nuestro país ya ha hecho demasiado. Ahora toca a los demás países demostrar su buena voluntad y tender su mano amiga para sacar del atolladero a Haití, eso sí, sin menoscabo de nuestra oberanía.