Los muertos de campaña electoral
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Las campañas electorales son el escenario propicio para la representación de la comunicación política, por ser el momento de correspondencia entre ciudadanos, partidos políticos y candidatos, motivando una actuación abierta de los aspirantes a puestos de elección popular al presentar sus destrezas discursivas y programas de trabajo a desarrollar en la búsqueda de su nominación y usan los medios de comunicación social, redes sociales, el acercamiento y el mano a mano para llegar a los votantes.
Es durante ese escenario en que se realizan las campañas electorales, que los candidatos y partidos ofrecen informaciones a los ciudadanos respecto a programas y propuestas que procuran impulsar en caso de ser electos, generando el interés de los electores para escuchar los planteamientos y las distintas noticias del proceso electoral, aquí los medios de comunicación asumen un rol fundamental difundiendo informaciones.
En medio de este panorama electoral, se desbordan pasiones de dirigentes, simpatizantes y militantes políticas, provocando luto, dolor y cicatrices que marcan para toda la vida. Es por esto, que se hace necesario apelar a la razonabilidad de los candidatos y partidos a desarrollar una campaña electoral libre de esa violencia que impulsan las pasiones políticas, el alcohol, las provocaciones y el porte de armas de fuego en actos proselitistas, ya que no sólo llevan luto a decenas de familias, sino que dejan personas con lesiones físicas y emocionales que crean mucho dolor.
Cabe significar que –en el caso dominicano– las elecciones congresuales y municipales registran menos enfrentamientos violentos entre militantes partidarios que en las elecciones presidenciales. Esos apasionados desenfrenados son víctimas de la sangre, dolor y sufren consecuencias desafortunadas. En el país siempre se dice que «los muertos» de campaña no tienen dolientes, pues desde que termina el escrutinio electoral y se declara el partido y candidatos ganadores se olvidan con una facilidad pasmosa.
Ni los seres humanos que pierden la vida en esos enfrentamientos, por motivo de las elecciones, ni los heridos tampoco se pagan, es el concepto y la práctica que prima en República Dominicana. De cara a las elecciones municipales del próximo 18 de febrero 2024, ya comenzaron los muertos de campaña en el municipio Castañuelas, provincia Montecristi, con el asesinato a tiros del dirigente político del Partido Revolucionario Moderno (PRM), José Humberto García, al concluir un mano a mano.
El incidente protagonizado por militantes del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) contra García, tras una discusión política en las afueras de un centro comercial al finalizar una actividad proselitista, cuando estos interceptaron al dirigente del PRM y le propinaron tres heridas de proyectil que le provocaron la muerte.
Hasta el momento, tienen varias personas detenidas en torno a la víctima, dirigente del partido oficialista. Entre los que figuran el raso de la Policía, Luis Manuel Ramos Genao y Enerio Arias Martínez, herido durante el parricidio y una joven arrestada.
El coronel Juan Bautista Jiménez Reinoso, director regional Noroeste Policía Nacional, informó que la institución «trabaja arduamente» para apresar a otra persona vinculada al hecho, que está prófuga. Y nos preguntamos, finalizada la investigación y el proceso electoral, ¿quién devolverá a Humberto García a sus familiares? ¿se hará justicia, o será un muerto más de campaña?
La situación de hartazgo que vivió la población dominicana en el pasado con elecciones caracterizadas por traumas electorales, muertes, violencia y obstáculos que impedían al órgano electoral ejecutar las leyes electorales, confrontaciones constantes de partidos políticos y candidatos y otros inconvenientes quedó en el pasado, y –hoy– los aspirantes no deben repetir esa práctica de terror.
Actualmente República Dominicana cuenta con una Junta Central Electoral integrada de forma institucional y con profesionales con la firme voluntad de hacer cumplir las prerrogativas que le confiere la Constitución como responsables y garantes de la administración, organización y realización de elecciones limpias y apegadas a las leyes. Su presidente Román Jáquez Liranzo y el pleno garantizan a la población «elecciones de calidad, transparentes y justas» y le exhorta a la ciudadanía «a dormir tranquila, pero levantarse muy temprano a votar».
Sin importar la violencia con que se manejen los candidatos, los partidos políticos deben saber que el deseo de una sociedad es irreversible.