La vara que mide el tema haitiano
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Llamamos derecho a la libre determinación o potestad de los pueblos a decidir sus propias formas de gobierno, perseguir su desarrollo económico, social, cultural y estructurarse libremente sin injerencias externas y de acuerdo con el principio de equidad, como se ha estipulado en varios tratados internacionales y resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). No obstante, cuando el tema en cuestión es Haití, la única nación sin derecho a la citada autodeterminación es la República Dominicana (RD).
Este derecho de autodeterminación de los pueblos para decidir su destino político, secesión o unificación y el grado de integración en un Estado, al parecer se lo quieren cercenar a RD. La situación haitiana no había sido tan dramática, es hoy un país devastado por las crisis social, política y económica, con un Estado colapsado y frente a una comunidad internacional que –lamentablemente- sólo promete… pero no actúa, y lo único que pretende es condenar a dominicana a que cargue con esa calamitosa realidad.
La ola de violencia y terrorismo haitiano y su incapacidad y falta de institucionalidad de decidir su propio futuro ha alcanzado su clímax en los últimos meses, y las naciones del área temerosas de una invasión, estampida o avalancha de migrantes, toman las medidas de rigor para salvaguardar sus territorios. Así lo hizo el gobernador republicano Ron DeSantis, anticipándose a lo que su oficina calificó de «posibilidad de invasión», ordenó el envío de más de 250 agentes policiales y soldados a los Cayos de la Florida para detener a los migrantes haitianos que huyen de su realidad.
De igual forma, el Gobierno de Jamaica aseguró que quiere evitar una oleada de haitianos en su territorio y que acogerá a algunos refugiados puntuales como los niños de un orfanato y personal del Banco Mundial. El ministro jamaicano de Seguridad Nacional, Horace Chang, explicó al Parlamento que la Administración de Andrew Holness está revisando la situación y que cualquier iniciativa «no permitiría que… se vea abrumada por una afluencia de refugiados».
La Real Fuerza de Policía de las Islas Turcas y Caicos es enfática al respecto: «No tolerará tales actividades, quienes faciliten o apoyen la inmigración ilegal se enfrentarán a todo el peso de la ley. Trabajemos juntos para proteger la seguridad y el bienestar de todos en nuestra comunidad». En ese mismo tenor, el gobierno británico anunció que va a aumentar el apoyo de ultramar de las Islas Turcas y Caicos para proteger sus fronteras ante el deterioro de la situación haitiana.
Llama la atención que mientras el gobierno británico aumenta el apoyo para la protección de sus fronteras, el prestigioso periódico BBC, protesta porque República Dominicana tome las mismas previsiones. El diario inglés tituló su incivil y timador trabajo noticioso: «Los migrantes haitianos que República Dominicana está obligando a regresar a su país pese a la oleada de violencia que vive la nación caribeña».
Pese a los compromisos asumidos en los cónclaves internacionales de colaborar con Haití, ese proceso se ha vuelto muy difícil, cada país protege su territorio y pretenden que el peso de este fracaso internacional recaiga directamente en República Dominicana.
De manera enérgica y en distintos foros, el presidente Luís Abinader y el canciller Roberto Álvarez, han dejado claro que no hay, ni habrá jamás, una solución dominicana a la crisis de Haití. En su más reciente entrevista con el programa HARDtalk de la BBC, el mandatario volvió a colocar los puntos sobre las íes, al reiterar que el Gobierno no cederá ante presiones externas y seguirá gestionando la migración de acuerdo con sus propios términos y condiciones.
La autodeterminación tiene como principio de primer orden que los pueblos deben disponer de sí mismos, al parecer la comunidad internacional lo olvidó, ningún país está obligado a cargar con la crisis de otro. Esa idea del derecho a la autonomía bien lo dejo clara en diciembre de 1823, el entonces presidente de estadounidense James Monroe, cuando hizo pública su doctrina que se convertiría en soporte de su política exterior hasta la actualidad: «América para los americanos», rechazando la intervención e interferencia europea en su territorio. Hoy decimos los quisqueyanos, República Dominicana para los dominicanos, «no somos la solución para Haití».