
La presión reeleccionista
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Un partido en el Gobierno produce caldo de cultivo para sembrar la intriga a todos los niveles. El Partido Revolucionario Moderno se acerca a un año en el que tendrá que maniobrar para frenar las aspiraciones desmedidas (en muchos casos) de muchos dirigentes. El primer desafío, en su ruta hacia el 2024, será conformar la boleta electoral para las municipales.
Estar en el Gobierno también supone la inflación del ego de quienes se sienten con el poder y la popularidad para aspirar a un cargo electivo, cualquiera que sea. Ya se escuchan las voces en círculos privados entre diputados y senadores que la reelección no solo incluirá al Presidente Luis Abinader. También debe recaer sobre todo el estamento de la administración pública en pleno. Eso se escucha, cada vez más fuerte.
Los proyectos políticos –esos que cegaron a peledeístas que se creyeron con poder para tenerlo todo tras 16 años de manera consecutiva en el Poder– brotan como agua de manantial. Las tendencias se evidencian en el PRM con una delimitación ilimitada. En este partido que se fundó a partir de la crisis en el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) han podido convivir desde el 2014 dos corrientes claramente lideradas, una por Luis Abinader y otra por el expresidente de la República, Hipólito Mejía.
Desde la campaña, Abinader se ha desempeñado con madurez para gobernar con cierta tranquilidad y solo con dos dirigentes importantes, ha dejado que el tiempo haga lo suyo y que estos dos mediáticos gerentes políticos, decidan a su propia suerte su futuro político. Guido Gómez Mazara y Ramón Alburquerque conforman ese dúo de perremeístas fuera del Gobierno que amenazan con encabezar candidaturas presidenciales desde dentro, en primera instancia, para el proceso del 2024.
Todo apunta que el Presidente Abinader, si mantiene su indiferencia, les dejará actuar por la libre. Gómez Mazara y Alburquerque han asumido el discurso disidente en la actual administración. Estas voces podrían amplificar su mensaje si el proceso de conformación de la boleta municipal no se lleva a cabo bajo un clima democrático, institucional y, sobre todo, transparente.
En estas aguas nadará la cúpula perremeísta a partir de enero próximo. Con un ambiente político en el que aumentará la temperatura, y la oposición al acecho para capitalizar cualquier paso en falso para atraer a los disidentes.
El PRM empieza a sentir la presión que con los años también se le hizo inmanejable al PLD. Conocer la realidad política de cada quien es una tarea que no siempre pueden cumplir los partidos. Y ahora en el Gobierno, pues aquellos que no logran una posición importante en la administración pública, aspira a recibir el espaldarazo que incida en la bendición para una posible candidatura que garantice, en todo lo que esto implique, una victoria en las urnas.
Para las próximas citas electorales, Abinader no solo tendrá maniobrar para satisfacer las aspiraciones de la tendencia que encabeza Hipólito Mejía, con quien definitivamente pudo entenderse previo a las elecciones del 2020. Quizás se verá obligado a sentarse en la mesa con otras tribus que, aunque con menor incidencia, se han fortalecido en estos dos años y cuatro meses de gestión perremeísta. Cartas que con astucia deberá jugar el proyecto reeleccionista.