La política: un permanente «reality show»
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Conforme pasa el tiempo, la política en el país se convierte en un aparato dañino que acaba con el prestigio, simpatía, afectos entre los seres humanos y otros valores a cultivar para vivir de forma armoniosa en la sociedad. Pareciera que estamos en un permanente reality show grosero, en donde los participantes no saldrán ileso al odio, la mentira, mediocridad, la manipulación y esas ambiciones desmedidas que no permiten dar paso a los valores conductuales como la compresión, caridad, solidaridad, generosidad, nobleza y reflexividad para construir una mejor sociedad, unida y copartícipe a los problemas que aquejan a los sectores mas vulnerables.
Y es que los políticos cada vez dan menos importancia a los compromisos reales con la población. Un ejemplo de esto lo constituye la tregua, un acuerdo reflexivo de estos actores sociales frente a los intereses importantes para la ciudadanía, como lo que representa la Semana Santa para el dominicano, época de recogimiento, ayuno y reflexión. Y es costumbre cada año en el país y otros naciones del mundo hacer un reposo político de sus actividades proselitistas en esta época.
Como bien define tregua el Diccionario de la Real Academia Española del germánico triggwa, o tratado, es una ‘suspensión de armas, cesación de hostilidades, por determinado tiempo, entre los enemigos que tienen rota o pendiente una guerra’, o también ‘intermisión, descanso’, y una se pregunta ¿fue realmente una pausa a las contrariedades entre esos oponente políticos lo que ocurrió durante la Semana Santa? O más bien fue un tiempo empleado para promover las desavenencias y el odio cuando la República Dominicana debió tener ese tiempo libre de las agendas políticas y los bullicios que llegan a los ciudadanos como ofertas electorales sin propuestas de programas de trabajo y proyectos de futuro que denigran a sus adversarios y esgrimen ataques personales, descalificativos e insultos que cierran toda posibilidad de diálogo y búsqueda en conjunto a la solución de los problemas que afectan a la colectividad.
Se supone que durante este asueto, los partidos políticos se dan una tregua y pausan todas sus actividades con la intención de reenfocar sus esfuerzos para después de culminado la temporada. Dicha petición del cese de actividades políticas la hacen –por lo general– los principales líderes de los partidos, organizaciones y movimientos políticos y religiosos, fundamentalmente, la Iglesia católica, petición que es acogida con beneplácito y para complacer la cúpula religioso.
Al igual que los ciudadanos, los principales dirigentes y candidatos políticos, aprovechan esos días de pausa para descansar, compartir con sus familias, participar en actividades religiosas y renovar fuerzas para retornar a sus actividades políticas con pilas nuevas, especialmente este año, que se desarrollarán las elecciones presidenciales y congresuales, pautadas para el domingo 19 mayo próximo.
Este año, al igual que en ocasiones anteriores, pese a la tregua que se dieron los actores sociales, algunos no cumplieron su compromiso, pues nuestras élites políticas están sumergidas en una lucha a muerte por lograr desplazar del poder a su principal oponente, el reeleccionista presidente Luis Abinader y el Partido Revolucionario Moderno (PRM), lo que hace que exista en este torneo electoral un enfrentamiento más feroz e irracional y con propuesta discursiva poco propositiva y sin mucha novedad que únicamente produce fisura política y social.
Y aunque cada año electoral, la Iglesia católica y sectores de la sociedad exhortan a los partidos y candidatos hacer una pausa durante la Semana Santa, este año algunas fuerzas políticas entendieron prudente aprovechar esas grandes concentraciones de viajeros y bañistas para hacer bandereo, distribuirles propaganda, banderines, souvenires y objetos diversos con promociones de sus propuestas electorales.
Finalmente, para las elecciones de mayo, en la oposición política predomina un único objetivo despojar el poder estatal y por esto, iniciaron con fuerza su ofensiva antigubernamental antes de finalizar la tregua de la Semana Mayor, retornando al escenario sus dirigentes y candidatos con discursos carentes de propuestas, esperanzas, cargado de contaminación sonora y mental que producen para las campañas políticas como todo un reality show que pretende desviar la atención de sus propias desdichas e incompetencias para ocuparse de lo que afecta a la ciudadanía.