
La disyuntiva del Presidente Luis Abinader
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Cuando un candidato o partido político hace parte de su propuesta de campaña un mensaje tan demandado como la actuación apegada a la ética y con un enfoque anticorrupción, lo que se espera de una gestión que lidere son los goals o preseas en ese sentido, y cuando desde su mismo gobierno denuncian los actos que riñen con lo ético y lo moral, entonces tiene la gran oportunidad de hacer congruente el relato que vendió para ser obtener el voto. Esa es la situación actual del presidente Luis Abinader.
Un caso práctico, que es parte de la historia de la administración del Partido Revolucionario Moderno de la República Dominicana, lo ha caracterizado el ministro de Medio Ambiente, Miguel Ceara Hatton, un destacado economista, experto en macroeconomía y políticas públicas, con una trayectoria que incluye el desempeño en asesoría técnica, con experiencia de estado, y como responsable de la Oficina de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
No solo eso, Ceara Hatton fue integrante del equipo de economistas del Partido Revolucionario Dominicano en su tiempo de esplendor, y antes de dividirse. Luego de conformado el PRM, pasó a ser el presidente de esta comisión científica, que en ambas entidades jugó un papel fundamental en la vocería y en el diseño de diagnósticos y mensajes para ejercer el discurso cuestionador de la política económica y las ejecutorias de los gobiernos a los que le tocaba hacer oposición.
Más adelante, este funcionario tuvo un gran rol en la construcción y edificación de la propuesta y colocación de este discurso para capitalizar el descontento de la población, y lograr la persuasión en torno al relato perremeísta de que su mayor logro sería combatir la corrupción y perseguir a los corruptos.
Desde los escenarios de incidencia como la Marcha Verde o la conquista del sector externo, Ceara Hatton tuvo un papel preponderante, puesto que no era un político que se había quemado en las funciones del Gobierno, él contaba con la suficiente credibilidad para ser interlocutor ante sectores que no tendrían confianza, ni se reunirían con otros representantes de su partido, y eso le endosaba un valor agregado a su gestión político-partidista.
Ahora, teniendo como función el resguardo y manejo correcto de la institución y el alcance de los recursos públicos que delimita su marco legal, con su actuación de denuncia y confrontación de acciones como una nómina paralela de personas cobrando que no efectuaban ninguna labor, pone a prueba la veracidad de la actitud de su gobierno en relación a la búsqueda de la eliminación de actos que lesionan la efectiva utilización del erario.
Ceara Hatton ha sido confrontado por el presidente de la Cámara de Diputados, Alfredo Pacheco, un importante directivo del PRM, y por otros de sus compañeros de partido, sin embargo, estos al atacar al ministro también enfrentan la lucha para eliminar las prácticas de robo al patrimonio gubernamental, comportamiento que puede ser utilizado para desacreditar la narrativa priorizada por Abinader y el partido azul con blanco.
El escenario pone en una situación incómoda al mandatario, que es protagonista de la intención reeleccionista, quien sigue enarbolando los sometimientos, apresamientos y persecución a la corrupción como parte de sus mensajes fuerza de campaña política, los cuales pueden verse vulnerados y so pena de ataques, si decide entregar la cabeza del economista, tal como solicitan algunas voces de su organización política, o por el contrario, ser congruente a su postura contra los corruptos.