La Cruzada del Amor: una afrenta a la dignidad del barrio
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«Yo me quedo con todas esas cosas tan dignas tan hermosas con esas, yo me quedo» es uno de los himnos más hermosos a la dignidad que compusiera el mítico trovador Pablo Milanés, mi cantante preferido de la Nueva Trova Cubana. Siempre apelo a ese tema como «salmo» ante el avasallante estilo de vida de hoy.
Siempre quise tener una bicicleta pero con un digno salario de enfermera del Hospital Salvador B. Gautier que ganaba mi madre, que había enviudado muy joven, era imposible. La opción era solicitar una a la Cruzada del Amor.
Imposible para una madre de dos negritos, que trabajaba y tenía bajo su cuidado a su anciana madre. Impensable cumplir «el capricho» de un niño cuando había tantos exiliados y presos políticos.
Inaudito para una madre enfermera que nunca faltó al hospital público aún en medio del «Estado de Emergencia» que operaba desde que estalló la heroica Revolución de Abril. Jamás, recibiríamos un «regalo» de la Cruzada del Amor.
Fue un catorce de febrero de 1972 cuando comenzó oficialmente a operar la Fundación Cruzada del Amor, entidad privada que recibía cuantiosos fondos gubernamentales porque su presidenta era la popular hermana del presidente Joaquín Balaguer, Doña Emma Balaguer de Vallejo.
Según una reseña periodística de la autoría de Sergia Mercado, publicada por El Caribe, el pasado 26 de noviembre de 2021, afirma que era un organismo asistencial de iniciativa privada con ayuda gubernamental desarrollaba un sentimiento humanitario a favor de las personas de escasos recursos. Su principal actividad consistía en la celebración de una cena de gala para recaudar fondos para la entrega de las famosas funditas navideñas.
El comité ejecutivo de la Cruzada del Amor estaba integrado por la doctora Licelott Marte de Barrios, Altagracia Bautista de Suárez y por el influyente dirigente político y empresario Guaroa Liranzo. Todos fallecidos y con una gran cercanía con el doctor Balaguer, ocuparon importantes cargos durante el régimen reformista.
El día que fundaron la Cruzada del Amor vivíamos en Villas Agrícolas, cerca de un local del Partido Revolucionario Dominicano (PRD). El local estaba ubicado en un segundo piso de la avenida Pedro Livio Cedeño. Recuerdo que entre la calle Seibo y Marcos Adón instalaron un local de la entidad benéfica que servía de centro de acopio y distribución de las ayudas que distribuía regularmente la institución de vocación social.
Mi calle estaba llena de gente muy dignad y resultaba una afrenta retirar, recibir o solicitar una «fundita roja de comida» de la Cruzada del Amor. La Cruzada del Amor regalaba una bicicleta de la marca Caloi, fabricada por unos italianos en Brasil. El joven o niño que tenía una de esas bicicletas inmediatamente (él y su familia) ingresaban a la categoría de balagueristas. Había que ser opositor y punto. «Ya no quiero, hablarte de otras cosas; más dignas, más hermosas, con esas, yo me quedo».