
Insultos
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La polarización es latente. El insulto fácil es el caldo de cultivo a la hora de diferir. Ahora más que nunca es un sentimiento que se deja apreciar y sentir a través de las redes sociales. Nadie, escapa a ese sentimiento maniqueo. No hay puntos medios.
Pocos son los internautas a través de las redes, específicamente Twitter, que se han resistido estoicamente a evitar una discusión producto de esa polarización socio política en la que nos sumergimos en busca de comentar la actualidad de diversos países.
Las redes son el escaparate idóneo, como medios de comunicación, para expulsar todo lo políticamente correcto y lo que no. Por eso muchos no dudan un segundo en manifestar al contrincante a golpe de caracteres (a raíz de la adquisición de Twitter por parte del empresario norteamericano Elon Musk anunció que desea aumentar el espacio para tuit), cualquier ensañamiento por irracional que sea contrario a esa opinión. Otros internautas, se quedan siendo simples observadores. No comentan, pero leen todo, monitorean las discrepancias como una forma de tomar el pulso al sentir ciudadano. Incluido las instituciones de ciertos gobiernos.
Twitter, como red social, es la mejor vía para extrapolar desahogos, denuncias, reclamos políticos e indignación contra esos mismos actores políticos que un día dicen una cosa y al otro, cambian de parecer, según convenga. La crispación ciudadana ha sido alimentada por los mismos políticos y su actuar a golpe de tuit. Ejemplos hay: el expresidente norteamericano, Donald Trump, (ya tiene habilitada su cuenta), fue suspendido por enaltecer comentarios de odio.
No hubo un día durante la precampaña electoral pasada y mucho antes, que este señor no haya incendiando las redes en base a comentarios desagradables, ya no solo contra los demócratas, sino contra los mismos emigrantes. Otro ejemplo, es el Presidente de El Salvador, Nayib Bukele, con sus tuits ofende a sus mismos funcionarios, carga su artillería en contra de todo aquel que no esté de acuerdo con su parecer e incluso contra la prensa. Esa misma prensa que ha denunciado actos de corrupción durante su gestión. Pero ese fuego salvadoreño Bukele los apaga con la guerra declarada y ejecutada cada día contra los maras de su país. Es el contrapeso a sus desmanes.
Por supuesto, esa polarización acarrea insultos de todo tipo. La radicalización de las ideas es como el sazón necesario en las redes sociales y muchos internautas lo sienten como parte de sus «derechos». Y no debe ser. Para decir lo que pensamos, contestar a un político, rebatir ideas, propiciar un debate no hace falta caer en insultos. Algunos desaprensivos pueden mal llamar a esto «libertad de expresión» y no lo es. Son insultos. Es muy parecido al caso del rapero Hasél en España y sus composiciones. Usted puede cantar lo que desee, gritar a los cuatro vientos lo que siente, pero de ahí a enaltecer el terrorismo, injurias y mala conducta, se cae en vandalismo. Parecido a Trump.
En nuestro patio observamos y somos blanco de ataques e insultos si usted no está de acuerdo con la línea gubernamental o si le «saca los trapos» al sol a pasados gobiernos corruptos o ex ministros. También, recientemente, con motivo de la conmemoración Día de la No Violencia contra la Mujer, una advenediza a través de un tuit llamó de manera ligera y con poco tino, «inservibles» a las Hermanas Mirabal. Heroínas y mujeres de valía asesinadas a palos. Lo escrito y dicho por esa advenediza no fue libertad de expresión, fue insulto. Las respuestas de los internautas, otros medios de comunicación y personas públicas fue categórico contra esa iletrada que duró varios días de tendencia.
En definitiva, ¿será que el hartazgo ciudadano frente a ciertas actuaciones de políticos y gobiernos en casi todos los países nos llevan a estos desmadres, de parte y parte?
Aún así, vale la pena recordar que: «ofende quien puede no quien quiere».