Haití y los canales
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LA CRISIS.– «Como vuelven las cifras de una fracción periódica» (Borges), la situación de la vecina República de Haití reúne en sí miradas locales e internacionales. Curioso que al igual que en 1994, aunque en circunstancias distintas, la ebullición coincide con las elecciones dominicanas. ¿«Mano que mueve la cuna»? No sé. Pero si hubiese hilos, no creo que los titiriteros sean dominicanos. Lo cierto es que en esta ocasión «la bola está picando en nuestra cancha». El tema del canal quiere arrastrarnos a un alud ajeno a nuestras incumbencias.
Suspicaz que en medio de tantos conflictos internos: políticos, económicos, humanitarios… en Haití haya sectores unificados para construirlo y disputar por él. Impera un enfoque analítico y cauteloso por parte del liderazgo nacional en todos los sectores. El tema Haití no acaba antes, durante o poco después de los comicios dominicanos, por lo que debe actuarse pensando en el futuro de República Dominicana y en sus intereses, sobre todo ante afirmaciones de que habría entes foráneos prestos para señalar con índice acusatorio el más mínimo traspié en que incurriéremos y «pintarnos» como el antagonista de una película en la que solamente hemos colaborado con mucha paciencia, benevolencia y solidaridad…
LOS CANALES.– Sin vocación de sello gomígrafo, en medio de esa maraña de alta (¿o baja?) política que discurre en Haití, el gobierno dominicano ha hecho lo que debe para honrar lo nacional en el affaire del canal. ¿Diplomacia? Hubo encuentros y comunicaciones bilaterales (recuerden que el ex presidente haitiano dijo que los constructores eran algo así como fuerzas incontrolables). Se llevó nuestra posición a escenarios internacionales, en los que se mostró como la afrenta reñía con tratados internacionales suscritos entre República Dominicana y Haití.
Se desplegó una fuerza especial militar cuyo objetivo principal era proteger la integridad de los dominicanos en la frontera, así como el territorio; y por añadidura, mostrar a las bandas haitianas «los dientes» dominicanos; cosa que hacen las naciones ante posibles amenazas de seguridad. En adición se construyó un canal alternativo para neutralizar los efectos del que atentaría contra nuestros recursos hídricos, agricultura y soberanía territorial. En nuestra acción de legítima defensa, según reseña la prensa, el canal de «La Vigía» cumplió con su objetivo: las aguas están de nuestro lado y la situación bajo control. No obstante, pareciera que estas medidas no son suficientes…
MÁS.– Muchas veces se habla de no «politizar» los temas, y muchas veces difiero. El ejercicio de la democracia y las libertades de expresar y recibir información exigen que las cuestiones de políticas públicas sean sometidas al escrutinio de lo político; al contraste de las opiniones encontradas. Por tanto, es comprensible que quienes opten por el poder se pronuncien acerca de los actos y acciones del poder, en ocasiones distanciándose del todo o de algunos aspectos de las decisiones oficiales. En el caso de Haití (que es más amplio que solo el del canal) las declaraciones de la oposición local, aunque –desde su perspectiva– críticas, con relación a las formas, han expresado su respaldo a la causa dominicana.
Al igual que sectores de los medios de comunicación y ciudadanos en general. Sin embargo, hay expresiones de opinión, sobre todo en redes sociales, que parece quieren más… pero no dicen qué. Salvo agresión de la contraparte, belicismo sería locura; y salvo eso, todo se ha hecho o está haciendo. En el estado actual de cosas, ¿qué más, fuera de lo antes dicho se podría realizar factiblemente para brindar una mejor solución, si es que fuera posible, a la situación que tenemos con Haití, con énfasis en lo que atañe al canal? Sugerencias de presente y de futuro, aplicables hoy. He visto muchas observaciones a lo dispuesto, pero no propuestas alternativas diferentes a lo efectuado. Hasta tanto, no hay comparación, las medidas han sido correctas…