Eterna juventud y oposición reactiva
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LA EXPRESIÓN.– El pasado fin de semana, el presidente y candidato a la reelección, Luis Abinader, recibió el apoyo de los partidos Revolucionario Independiente (PRI) y Dominicanos por el Cambio (DXC). En el discurso pronunciado en el acto de este último, Abinader destacó que la oposición poseía la fórmula de la eterna juventud, puesto que no pasaba de un 25%. La frase ingeniosa, hasta chistosa, resume lo que ha venido ocurriendo con este sector político desde el inicio del proceso electoral: por más que brinque y salte, sigue estancado.
Y digo brinque y salte porque en los últimos días ha arreciado su estrategia de campaña, en discurso y en la calle. Sin embargo, los números no le dan. Peor aún: no prometen darle. Esto tendría que ver, por un lado, con la buena gestión gubernamental del oficialismo, su política de alianzas y la forma en la que ha conectado con las aspiraciones de cambio de una sociedad que se sentía abrumada por veinte años de administración de las mismas estructuras políticas. Por otro lado, resultaría de los lineamientos de una oposición predominantemente reactiva…
REACTIVA.– Salvo pocos casos aislados, como el del CARD –en el que la oposición se las agenció para dar un golpe de efecto asechado–, este litoral político se ha limitado a criticar las acciones del gobierno, pero sin realizar propuestas alternativas que le fidelicen la intención del voto de un sector mayoritario del electorado. Así las cosas, mantiene su base sociopolítica de 25% intacta, pero no suma nuevos adeptos, ya que, para crecer, aparte de convencer de que el otro lo estaría haciendo mal, hay que persuadir de que uno lo haría bien, o al menos mejor.
Y esto es lo que reflejan los resultados de las últimas mediciones serias: con todo y que algunas partes del discurso de la oposición cale en algunas partes del electorado, cuando se suma, resta, divide y multiplica, el oficialismo mantiene el curso ascendente en el favor de las simpatías, que pronostican triunfo innegable en primera vuelta. Y en una eventual y remota (para mi inexistente) segunda, también…
LAS CAMPAÑAS.– Existen tres tipos de campañas políticas en el ring de los medios de comunicación: positivas, negativas y sucias. Las primeras sirven para proponer y vender las bondades propias; las segundas para destacar las debilidades del adversario (tanto en buen como en mal tono); y las terceras para, con engaño, maltratar su imagen y, por consecuencia, restarle apoyo. No todas surten el mismo efecto, depende de los actores.
En estos días se ha olfateado que algunos deferentes de la oposición estarían asumiendo o promoviendo un modelo de campaña negativa en contra del presidente Luis Abinader, posiblemente obviando que cuando se hace esto frente a un candidato con alta tasa de popularidad produce que sus simpatizantes se radicalicen más a favor de él y en contra del proponente, dejando las cosas como están.
Máxime cuando su tasa de rechazo es alta. Sin una campaña positiva que lo avale, se produce estancamiento. Y eso podría explicar el 25%. Otra cosa es la campaña sucia, con la que no estamos de acuerdo. Ambas persiguen restar apoyo, y podrían incidir en un porcentaje pequeño de indecisos, pero frente más de un 60% de aprobación, es poco lo que se puede hacer de esa forma…