Gustavo Petro
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La izquierda es Gobierno en Colombia. Alcanzar la primera magistratura le costó dos siglos, desde que esa pujante nación suramericana logró la independencia. Gustavo Petro pasa a la historia como el Presidente que cortó la mala racha. Los colombianos amanecieron el lunes dando inicios a una nueva era, que apenas comienza con unas expectativas altísimas sobre lo que espera la población del mandatario, un exguerrillero que logró vencer con elegancia –tenacidad y determinación– los obstáculos de una contienda no menos histórica.
Petro, con Francia Márquez de vicepresidente, una mujer de origen afro y humilde, prestó juramento el pasado domingo en una ceremonia a la que asistieron el rey de España Felipe VI y algunos líderes de América Latina, entre ellos el Presidente dominicano Luis Abinader, fue protagonista de una gran fiesta popular a la que él mismo convocó para que el pueblo en masa, es decir, el colombiano de a pie, brindara por el triunfo de eso que ya se conoce como nueva izquierda latinoamericana. El centro histórico de Bogotá, la plaza Bolívar, sirvió de escenario para su investidura.
Tiempos difíciles estos, cuando el mundo enfrenta crisis muy diversas, especialmente económica y todavía sanitaria por los efectos pospandémicos, deberá enfrentar Petro. Un panorama crítico que no entiende ni de derechas ni de izquierdas ni de centro… los asuntos ideológicos quedan al margen para cualquier Gobierno con vocación de servir a las mejores causas de sus conciudadanos. Es probable que los colombianos querrán que Gustavo Petro pase a los anales de la historia más como el presidente que supo sortear estos desafíos que como «el primer presidente de la izquierda» de Colombia. No cabe duda.
«Me espera un palacio frío, por eso recibo este mandato popular y espiritual con mucha emoción», dijo el nuevo presidente en la juramentación simbólica celebrada el sábado ante grupos populares e indígenas. «Las cosas indudablemente cambiarán», prometió. Pero más que las bajas temperaturas en el despacho presidencial, Gustavo Petro hereda una economía afectada por la inflación global, con un 10% de inflación anual en el país, déficit fiscal y subsidios altísimos para mantener los precios de los combutisbles manejables, son tan solo algunos de los problemas que su gobierno deberá atender en lo inmediato.
Las interrogantes sobre la capacidad del nuevo binomio que integran Petro y Márquez para resolver estos acuciantes problemas económicos están a la orden del día. A lo largo de la campaña, Gustavo se arropó con el manto de la promesa –ley de vida electoral– pero en lo adelante, cuando se inicia una nueva era política en Colombia, los colombianos necesitan de gerentes eficientes, gobernantes comprometidos democráticamente para salir adelante a la mayor brevedad posible. Para ellos poco importa si el camino sugiere ir a la izquierda o a la derecha.