El presidente y los partidos «minoritarios»
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LA INDIGNACIÓN.– El presidente de la República y actual candidato a la reelección, Luis Abinader, marcha al proceso electoral del 2024 con el apoyo de aproximadamente veinte partidos aliados. Dentro de ellos, muchos de los que antiguamente conformaban el denominado «Bloque Progresista» de los expresidentes Leonel Fernández y Danilo Medina. Hay quienes rasgan sus vestiduras por el eventual «clientelismo» de los «minoritarios». Parece ignoran –o no– que la realidad y los actores políticos de un país emergen de las entrañas mismas de la sociedad.
En ese contexto, hay quienes pretenden medir las interacciones partidarias dominicanas con la vara que se utiliza en países de mayor madurez democrática… En el mejor de los casos. En el otro, sus opiniones serían más atribuibles a cambios de colores. Hoy la alianza oficialista no sirve. Es un «mercado persa» apegado a la nómina. ¿Ayer no? La consolidación en 2006 del otrora «Bloque Progresista» ¿ocurrió desde el gobierno o desde la oposición? Ciertamente hay que velar cada día más por la calidad de la democracia dominicana.
Sin embargo, cuando se hace desde el prisma electoralista de un litoral político determinado, lo que muestra es mas del mismo círculo sistémico del que en su momento debemos salir. No obstante, y mientras tanto, hay que trabajar con lo que tenemos. Sin ser conformistas, avanzar. Aparte de que el debate esconde otras lecturas…
COALICIONES.– En el ejercicio de la política a nivel mundial, es lógico que quien apoye el pensamiento o accionar de un candidato quiera pertenecer al gobierno. Eso es así. Algunos con deseos de servir, otros con deseos de servirse. Dentro de los «minoritarios» hay partidos que tienen agendas claras y aportes al país. Puede que uno que otro solo busque beneficios, pero no sabemos cómo piensa cada quién.
Sin embargo, todos pertenecen al sistema que la mayoría de los actores –incluyendo a la oposición– ha alimentado de una forma u otra, en mayor o en menor grado. Todos forman parte del balance de fuerzas democráticas de la nación. Si no fuera así nadie los buscaría. Ni los de ayer, ni los de hoy. Y como fuerzas democráticas que son, tienen un peso en el sistema electoral. Contribuyen con la gobernabilidad, la construcción de mayorías, el equilibrio, y la estabilidad y paz social y política. Fuera de alguna crítica que pudiera o no ser válida, el ruido buscaría esconder algo más…
LIDERAZGO.– Decir que el gobierno logró el apoyo de los «minoritarios» solo por la nómina pública podría resultar en un reduccionismo. Guardando las distancias, previo a la conformación del Bloque Progresista, hubo alianzas poderosas creadas en la oposición para enfrentar a Balaguer en las urnas. ¿Eran vendidos también? No. El liderazgo, la capacidad de acción y la vocación de poder surten efectos importantes. El presidente Abinader ha sabido unir a su proyecto a mansos y cimarrones, conservadores y liberales, cercanos y antiguos adversarios.
Eso no se lograría solo con recursos. Es fundamental la habilidad de unir fuerzas, administrar intereses y tratar de estar en el fiel de la balanza. Cosa que Abinader está haciendo. Con estas alianzas –y con el recién firmado pacto multipartidario frente al tema de Haití- lo que se percibe es la construcción de una nueva mayoría y la búsqueda de la unidad. De paso, confirmaría la tesis de que estamos en los albores y próxima consolidación de un nuevo ciclo político, con los consecuentes replanteamientos en las interrelaciones de poder…